Agentes
La novela negra describe con rigurosidad el mundo profesional del crimen. Para evidenciar la trama, la pista del dinero y la mujer despechada son llaves de entrada a los laberintos maleantes y permiten reconocer cuáles son los agentes que los transitan.
El cuento corto tiene como punto de partida el 21 de julio de 2017. Luis Toto Caputo era el ministro de Finanzas del gobierno de Mauricio Macri, artífice del festival de bonos. Ese día licitó los BoPoMo (bonos de política monetaria), que pagaba cupón a partir del nivel de la tasa de interés y liquidaría trimestralmente los 21 de marzo, junio, septiembre y diciembre de cada año. La operación superó los 118.400 millones de pesos. El fondo extranjero Pimco se hizo de (casi) la totalidad de la colocación
El ministro de Economía, Martín Guzmán explica que fondos como Pimco no dirigen sus inversiones hacia la economía real. Ingresaron los dólares para aprovechar las fenomenales tasas en pesos de la era Macri e irse. Pero la jugada no les salió bien. Quedaron posicionados en pesos, depreciación y cepo mediante, con la salida bloqueada.
Pimco es el sustantivo propio del grupo de fondos despechados. En el intento por boquetear una salida y sortear las restricciones, buscaron deshacerse de sus activos en pesos por medio de la bolsa y los dólares financieros. Esto fue lo que hizo subir las cotizaciones paralelas, con movimientos mínimos que ampliaron la brecha.
Dato sobresaliente resulta el incremento del 432% de las compras al exterior en concepto de granos y aceites.
Pero esa distancia entre las cotizaciones cebó al sector exportador, al que lo excita sobremanera cualquier señal que habilite la posibilidad de una suba del billete verde. Las exportaciones se ralentizaron y las importaciones frenaron la caída. Dato sobresaliente resulta el incremento del 432% de las compras al exterior en concepto de granos y aceites. “Hoy, el precio del dólar lo ponen la CIARA y el CEC”, afirma Pedro Peretti, ex titular de Federación Agraria.
Líneas cruzadas
El diagnóstico era compartido por la conducción económica todavía coral, hasta hace unas semanas. El principal motor del Contado Con Liqui (CCL) era la demanda de fondos extranjeros que ingresaron durante el macrismo a hacer la bicicleta financiera y quedaron atrapados en pesos por el cepo. Por eso, asumieron el compromiso de ofrecer al vencimiento de esas letras una subasta de instrumentos en dólares.
Se iba a hacer una subasta en agosto, otra se iba a realizar en septiembre y la última, en noviembre. Pero llegó agosto, vencieron las Letras y la licitación brilló por su ausencia. La subasta no pintó debido a la caída de precios de los bonos soberanos. La reacción fue acelerar las operaciones de “liqui”.
El gabinete económico perdía armonía en el concierto de voces y el Gobierno entró en debate. Mientras el presidente del BCRA, Miguel Pesce, proponía restringir la demanda, Guzmán contraponía ampliar la oferta.
El 15 de septiembre, la Casa Rosada redobló la apuesta, y la narrativa de Pesce se impuso. Entre una batería de restricciones, se impuso el “parking” a 15 días, o sea, dos semanas de permanencia, e inhabilitación a no residentes para operar en ese mercado.
Guzmán sostiene la teoría de que, para controlar el mercado de cambios, necesita tener a los fondos como socios.
Pero al toque, cayó en desgracia esa medida. Se descontroló el mercado bursátil. Las cotizaciones paralelas se dispararon. Un minuto de silencio para la coordinación de los ministros que orbitan sobre la esfera económica. Un mes y cuatro días más tarde, el titular del Palacio de Hacienda revirtió la línea.
Guzmán sostiene la teoría de que, para controlar el mercado de cambios, necesita tener a los fondos como socios. Las nuevas medidas dan por tierra lo hasta aquí recorrido, y el discípulo de Joseph Stiglitz canta una dócil estrofa de seducción y conquista, ahora como solista que saca un disco debut.
Cambio de estrategia
El 19 de octubre pasado, el académico platense al que atribuyen buen despliegue como carrilero en las canchas de fútbol asumió la conducción económica, y trocó la lógica. Flexibilizó las restricciones; se le habilitó a los no residentes operar en el Contado con Liquidación; el plazo de permanencia -o “parking”- se redujo a 3 días; y se asumió el compromiso de una subasta de dólares por el equivalente a u$s750 millones, para darle salida a aquellos inversores que busquen dolarizar sus tenencias en pesos. Sobre la subasta, desde el Palacio de Hacienda comunicaron que se realizará el 9 y 10 de noviembre y permitirá que quienes posean títulos en pesos “pujen” para recibir títulos en dólares con las mismas características que los reestructurados. El secretario de Finanzas, Diego Bastourre, dijo a comienzos de agosto a diputados oficialistas que los títulos en dólares que entregarán a cambio tendrán vencimiento en 2030 y 2035. A pesar de los adelantos hechos por los funcionarios, lo cierto es que los detalles finales de cómo será la subasta se conocerán recién el 2 de noviembre.
En el quinto piso de Economía explicaron que «las regulaciones hicieron más difícil la operatoria y achicaron el mercado. Eso generó más volatilidad y no fue positivo. Por eso no funcionó y ahora lo damos vuelta. Con las medidas del dólar del 15 de septiembre, se apilaron los que ya querían salir ante la expectativa de más restricciones. Generaron ansiedad para salir, lo que impactó en un aumento de precios y eso reforzó las expectativas. Con un mercado más profundo, esperamos que sea menos volátil”.
Ahora el turno es de PIMCO, si acepta el convite de convertirse en un aliando indirecto de las intenciones de normalizar el mercado de capitales local. Si el fondo accede a la dolarización vía la nueva deuda que emitirá Guzmán, no debería presionar al CCL ni convertir su cartera en moneda norteamericana a más de 160/170 pesos. Suponen en el entorno de Guzmán que, quitando esta demanda de PIMCO y otros fondos, nuevamente el mercado del dólar bursátil volverá a ordenarse, bajo las posibilidades de ser “intervenido” con movimientos de títulos públicos emitidos en dólares, sobre los que el gobierno tiene amplio poder de fuego a través del FGS de la Anses.
No obstante, cuando rigieron las restricciones, entre mediados de septiembre y el viernes 16 de octubre, el precio subió de 131 a 165 pesos, prácticamente sin intervención oficial en el mercado de bonos para atenuarlo, como se esperaba tras el canje de deuda. La semana pasada el CCL saltó a 181 pesos, pero gracias a la intervención oficial el cierre del viernes pasado fue a 168,80 pesos. Es decir, un alza de 3,80 pesos. El saldo en reservas del Banco Central fue negativo en 287 millones de dólares en la semana, aunque en el mes la cifra se eleva a 2.344 millones, lo que evidencia que el ritmo de caída anterior era mayor.
Hipótesis
El hincha de Gimnasia y Esgrima de La Plata se planta convencido para dominar al dólar. Niega con contundencia la posibilidad de una devaluación. En sus cuentas, bonos argentinos a 10 años con un rendimiento del 17 por ciento es más que tentador como para que empiecen a entrar inversores, ayudando a modificar las expectativas gradualmente.
No hay nada que se repita en otras crisis cambiarias atravesadas en Argentina
A pesar de las pizarras que muestran cotizaciones incendiadas del dólar en sus distintas acepciones paralelas (Blue, CCL, MEP), no hay nada que se repita en otras crisis cambiarias atravesadas en Argentina. No se ven personas abarrotadas acosando a los “arbolitos” ni operadores de bolsa o mesas de dinero exigidas por pedidos de compra-venta de divisas.
No hay presión por vencimientos de la deuda, porque la reestructuración logró patearlos para adelante. No hay problema de desbalance del comercio exterior, porque el intercambio comercial es positivo para el país. No hay demanda de dólares para turismo, porque no hay viajes al exterior.
En síntesis, no hay razones económicas que expliquen una crisis cambiaria, dice Guzmán. Las razones son políticas.