Aunque las corporaciones empresarias tienen más reflejos –o más recursos- que los sectores populares para situarse en un solo punto de acumulación y hacer palanca cuando se encapota el cielo, padecen el mismo malestar que el resto de los actores sociales ante su propia fragmentación. En la dispersión, pequeños grupos con alta capacidad de incidencia pública intentan erigirse como la conducción polÃtica del poder económico y otean el horizonte más allá de las elecciones de medio término. Sin embargo, el Gobierno no renuncia a sus artes y porfÃa con la idea de ofrecerles sillas en la mesa de la discusión de un proyecto de paÃs.