El carozo del asunto es tu temor

La desigualdad se amplía con ferocidad mientras las ganancias se expanden brutalmente. Así clarito lo muestra el resultado de la cuenta de la generación de Ingresos del INDEC al segundo trimestre de 2021 que mide cómo se divide la torta y quien se come las porciones.

Mientras el excedente empresarial creció un 40 por ciento en términos reales, la masa salarial perdió casi diez puntos de participación.

Según Claudio Lozano, director del Banco Nación «mientras la desigualdad en la distribución de los ingresos se amplía al extremo en razón de la expansión de las ganancias del capital concentrado, esas mismas empresas resisten el congelamiento de precios”. Para el economista los datos del INDEC dan la pauta del grado de subestimación que se tuvo de la situación social. “Subestimación que se expresó en los recientes resultados electorales. En el marco de una recuperación de la actividad de casi 17%, la masa salarial pierde casi 10 puntos de participación en el ingreso.»

Cierto es que los datos de la distribución del ingreso al segundo trimestre vuelven a revelar el carácter regresivo del proceso de recuperación del último año. Desde el comienzo de la pandemia a mitad de este año, el producto creció casi un 18 por ciento, sin embargo, la pésima distribución de ese producto pronunció la enorme desigualdad  existente.

Al analizar la evolución interanual se verifica que la participación de la masa salarial cayó 10 puntos del PBI al tiempo que el excedente bruto de explotación aumentó en 4 puntos, lo que da cuenta de una transferencia explícita de recursos desde el trabajo asalariado al capital.

Enciende alertas que se trate de uno de los pisos históricos de la participación asalariada en el producto y en un pico histórico en la apropiación a favor del excedente empresario. El 40% de la participación asalariada, que supera el 31% si se detrae al sector público, no se verifica por lo menos desde el 2005 o 2006, al tiempo que un margen de explotación tan elevado no tiene antecedentes en ninguna de las metodologías que dispone el INDEC.

Paradójicamente, en el marco del achicamiento de la participación asalariada en el producto, los puestos de trabajo crecieron, lo que comprueba, que la generación del empleo, así por sí sola, es insuficiente para traducirse en una mejora del bienestar general. Porque si bien los resultados de la evolución interanual indican que se recuperaron cerca de 3 millones de puestos de trabajo explicados fundamentalmente por la recuperación del comercio, la construcción, las actividades inmobiliarias y empresariales y algunas ramas industriales, entre otros; la recuperación trajo un contenido de mayor precarización verificándose que  casi 1,5 millones de esos 3 millones fueron asalariados no registrados y 1,5 millones ocupaciones no asalariadas vinculadas a estrategias laborales de subsistencia. Es decir, el segmento asalariado formal se mantuvo estancado y la recuperación del empleo descansó exclusivamente en modalidades precarias e informales.

Entonces, uno de los factores decisivos, además de la mayor explotación laboral derivada de la baja calidad de ingresos de las nuevas figuras precarias del empleo generado,  fue el relanzamiento del espiral inflacionario que arrojó en la primera parte del año tasas mensuales de inflación que superaron el 3% llegando a ser superior al 4 o 5% en el caso del rubro de los alimentos y bebidas.

Si se  descuenta el efecto de los precios sobre los ingresos y sobre el excedente empresario queda claro que la inflación no afecta a todos por igual: mientras la masa salarial quedó prácticamente estancada, el margen empresario se amplió un 40% en términos reales. En definitiva, el aumento de precios generó un aumento mucho más relevante en la expansión del excedente que en la masa salarial porque lo que tuvo lugar fue una importante creación de empleo aunque de ingresos muy bajos que compensó, en términos de masa de ingresos, la caída real del salario.

Resulta pertinente y conveniente advertir, por lo tanto, que son justamente los sectores ganadores con los que actualmente el gobierno busca acordar mayores beneficios, exenciones y prerrogativas impositivas, concretamente con el Consejo Argentino Agroindustrial y a partir del proyecto de ley de hidrocarburos a la medida de las petroleras, cuestión que desconoce la experiencia inmediata en la cual embolsaron cuantiosos excedentes prácticamente sin contrapartida en la generación del empleo: porque se verifica que de los 3 millones de nuevos puestos de trabajo  sólo el 9% corresponde a estas ramas.

“La encerrona que el gobierno nacional tiene que resolver es la partida principal en la que se juega el sesgo de la gestión. Si elige una posición conservadora entonces dará lugar a la actitud hostil y extorsiva de los principales grupos empresarios por la vía de mayores concesiones impositivas, subsidios y permisividad en los precios. Una posición transformadora que busque fortalecer efectivamente los ingresos de los sectores populares, el mercado interno y reactivar sostenidamente a la economía requerirá dejar de sujetar la opción distributiva a la disponibilidad de dólares. Redistribuir el ingreso exige superar escollos de carácter político construyendo regulaciones y controles que permitan establecer límites ciertos a la voracidad del capital concentrado” afirma Lozano, que se refiere al gobierno como un cuerpo ajeno.