Colgado del cuello un collar de melones

Con el acuerdo promulgado en el Senado, se configura un nuevo escenario político, desde el cual se asume el hecho, calificado como inexorable, de pagar deuda con nueva deuda. Con el poco margen que esto deja para la maniobra, el rumbo de la política económica aún posee el don de seleccionar las espaldas sobre las cuales hacer caer el peso del endeudamiento.

Porque los melones no se van a acomodar con el andar, la que queda es apelar a la astucia y creatividad de la política para que pinte un volantazo distributivo y así evitar que la paguen siempre los mismos.

En ese sentido, discernir las herramientas de política económica distributiva, identificar sus limitantes y transformar el sentido, resulta clave para re direccionar costos y beneficios

DE CÓMO SE CARGAN LOS MELONES

Como todo flujo de recursos, la deuda requiere administración. De otro modo, los que ganan siempre ganan y los que pierden lo mismo . Distorsiones de mercado, definieron los economistas de la ortodoxia liberal.

Siendo la economía un juego de suma cero, los recursos que se apropian unos, son los que generaron otros.

Tal es así que a esta altura resulta una obviedad afirmar que el fenomenal endeudamiento al que está sometido la Argentina no lo van a pagar los 45 millones de habitantes de su suelo.

Dicho esto, le toca al gobierno acelerar la voluntad política para definir cuáles sectores van a hacer el esfuerzo, y no necesariamente morir en el intento.

DE CÓMO SE UBICAN MELONES

“Cuando el FMI llega a un programa de apoyo a un país, este país debe acordar un conjunto de compromisos de política económica. No existe en el menú solo los desembolsos y nos vemos dentro de algunos años. No funciona así” sinceró Martin Guzmán en su defensa del programa técnico que nunca se aprobó ante el plenario de comisiones de la cámara de diputados

El programa con el FMI  implica reducción del déficit por ajuste del gasto, tope al crecimiento para la acumulación de reservas neta, una tasa de interés positiva que amplíe rentabilidad financiera en pesos, devaluación controlada del dólar y una política monetaria contractiva tendiente a la eliminación de la emisión monetaria.

Sobre la rendición de cuentas del país ante el Fondo, la tarea es ardua. Todos los días se deberá informar emisión monetaria, depósitos de los bancos en el BCRA, operaciones de dólar futuro, asistencia de liquidez a los bancos. Una vez por semana habrá que presentar balance del Banco Central, tipo de cambio y operaciones de Contado con Liqui y Dólar Bolsa. Cada quince días lo propio sobre tasas de interés y vencimientos de letras, bonos y otros instrumentos de deuda interna y una vez por mes se pasará la data sobre servicios de deuda, depósitos bancarios, reservas, préstamos. Además cada seis meses se tendrá que informar el estado de las deudas provinciales

Bajo estos argumentos se ampararon los 41 votos del oficialismo que se repartieron entre el rechazo y la abstención. El dato es que el apoyo a la convivencia con el fondo tuvo más votos de la oposición, un total de 111 contra los 77 de su propio bloque.

DE CÓMO QUEDAN LOS MELONES

Lo que dice el FMI, y comparte parte del equipo económico de Gobierno, es que la reducción del déficit y la emisión se va a traducir en una menor inflación.

Sin embargo, otros economistas explican que la inflación actual tiene autonomía relativa respecto a la emisión y el déficit y su dinámica responde hoy centralmente a cuestiones inerciales, lo cual explica que el último programa ortodoxo de cero emisión ensayado por Mauricio Macri en el marco del acuerdo stand-by con el FMI haya convivido con un récord de inflación.

Además la reducción de la inflación luce poco factible en la medida de que se cumpla el compromiso de no atrasar el dólar.

“El gobierno piensa devaluar 40% para alinear las expectativas en ese porcentaje. Por eso convailda acuerdos paritarios en esas proporciones. Lo que pasa que es que el dólar corre por delante de la inflación, la tironea, cuando los salarios van detrás” explica uno de los diputados que se pronunció en contra del acuerdo. “Urgen medidas antiinflacionarias que apunten a repartir mejor en la puja distributiva, de otra manera los que pierden son siempre los mismos”

Los caballitos de batalla que garantizan las ganancias intra capital, son inflación y tipo de cambio.

Con los campos topeados de soja, y las fenomenales reservas de Vaca Muerta alcanza para demostrar que dólares hay. La cuestión es cómo administrar lo que nunca alcanza.

La principal fuente de divisas de nuestro país en 2021 fue el superávit comercial de bienes, que alcanzó un saldo positivo de 18,6 miles de millones de dólares, empatando con el máximo anterior registrado en 2009. Es cierto que la cancelación de deuda privada por 3.400 millones de dólares la redujo, y el saldo neto positivo total fue finalmente de 15.300 millones de dólares

Justamente 15.000 millones de dólares es lo que nos comprometimos ante el FMI a juntar en concepto de reservas acumuladas en las arcas del Central. En el documento titulado Un análisis sobre el programa de facilidades extendidas acordado con el FMI  publicado por CIFRA-CTA, Pablo Manzanelli afirma que para poder cumplir con las metas, las exportaciones deberían promediar los 91.000 millones de dólares al año, “lo que constituye una meta difícil de alcanzar”.

Estas metas ya difíciles de alcanzar de por sí, se agravan con el endeudamiento de privados con el exterior, cuya mención no existe en boca de Guzmán. Esa mayor dificultad sólo podría ser eludida si los acreedores privados refinanciaran toda su deuda sin que se amorticen ni se paguen intereses por un largo período.

A esto hay que agregar  un déficit energético de 6.000 millones de dólares, impulsado tanto por los precios internacionales como por cantidades importadas.

En esta dirección, coincide FIDE en que los precios de exportación de las materias primas agropecuarias no alcanzarán para cubrir las mayores erogaciones para importar gas. El millón de BTU ya cotiza en 50 dólares, cuando el promedio del año pasado fue de 8 dólares. De ahí la proyección de un posible saldo menor en la balanza comercial.

Así mismo el precio de las materias primas agropecuarias trastocó cualquier evaluación sobre la inflación, eje central del acuerdo con el Fondo.

Cuando Roberto Feletti asumió en Comercio Interior diagnosticó la necesidad de profundizar el esquema de retenciones. En ese momento Kulfas lo mandó a callar: “No debería pensar en voz alta”.

Pero ahora, con la escalada de precios globales, con un trigo a 440 dólares la tonelada, el ministro de Desarrollo Productivo avaló que se empiece a pensar en un nuevo esquema de retenciones para el trigo, maíz y girasol.

Mientras tanto en la Secretaria de Comercio se escuchó a alguien decir: “El precio del asado nos hizo perder la elección de medio término. Meterse con el precio del pan es una cuestión mucho más sensible”.