Sumario N°5

En la medida en que se disipa la erupción de covid adquiere dimensión el desafío que tiene el Frente de Todos en la figura de Alberto Fernández al frente de la Casa Rosada.

Fernández tiene una tarea ciclópea en el frente externo: Como consigna Luciana Glezer en su nota, la Argentina necesita modificar las reglas de juego del sistema financiero global para lograr un acuerdo de reestructuración de su deuda con el FMI que se extienda durante más de diez años, de lo contrario, no habrá hambre que pueda saciar tanta sed de divisas. En el camino, el ministro Guzmán debe mostrar alto fiscalismo puertas afuera pero sin lastimar una base de sustentación política en la que ya no hay más lugar para el ajuste.

Por otra parte, Alberto se enfrenta a la peor oposición desde 1983 a la fecha. No por la indolencia de sus cuadros dirigenciales, a la que nuestro país está acostumbrada, sino por el alto grado de articulación y sumisión a grupos de poder económico que han alcanzado niveles de integración vertical y horizontal sin precedentes. Además, la dirigencia opositora y los conglomerados corporativos encuentran infinitas terminales en los pasillos de los tribunales federales y provinciales, que al amparo de la Corte Suprema pueden llevarse por delante cualquier decisión de política pública con un mero acto administrativo. Esa compleja red de vínculos económicos y políticos agobió a la Ministra de Justicia.

El Clarín que desafió a Alfonsín sobre el final de su mandato, es un maxikiosco al lado del conglomerado de intereses que representa hoy ese mismo grupo. Sobre la articulación cada vez más sofisticada entre políticos, medios, empresarios y funcionarios judiciales escribió Pablo Dipierri, en su nota, titulada Periodismo de Guerra.

Un Collar. Tanto es el pavor que genera Clarín, que algunos sueñan con tomar una bocanada de aire durante el cambio de collar que proyectan sobre la llegada de las inversiones de Carlos Slim a través de Claro.

Rodeados pero sin rodeos. La máxima dirigencia del Frente de Todos tiene claro que no hay más remedio que la unidad. Los movimientos coordinados entre la apertura del período de sesiones del Congreso en la que Alberto Fernández anunció el inicio de una querella Criminal contra los responsables del endeudamiento, las negociaciones que encara Guzmán, el trabajo diplomático y el alegato de Cristina en la causa de dólar futuro son jugadas por distintas bandas pero con el mismo propósito.

Con menos pompa y entre el humo de algún asado, el Partido Justicialista cocina una nueva receta para que la unidad tenga lugar en la mesa de conducción del partido. Nicolás Marsico reporta en este número sobre las negociaciones que se entablan para atar a las distintas tribus pejotistas alrededor de las mesa partidaria nacional, la bonaerense y la porteña.

La decisión de Alberto Fernández de aceptar la conducción nacional del partido ordenó el resto de la negociación para repartir los curules vacantes en el organigrama que volverá a ver la luz el 21 de marzo en el despacho que Jorge Landau tiene en la sede de la calle Matheu. Una ingeniería complicada de reparto de cargos y poder entre Olmos y Santa María permitió la unción de Recalde y Muiños al frente del PJ portuario. En la provincia, la bronca de Fernando Gray promete extender la negociación.