El desembarco de Juan Manzur le imprimió activismo al gabinete nacional pero abundan los saldos conjeturales de la disputa interna a cielo abierto en la escarpada geografía del Frente de Todos.
Que quepa en mí el extraño mundo alrededor,
sus egoísmos justificados,
su decencia a parquímetro,
su honradez de consumo,
su fino individualismo brutal,
su amor triste,
la suciedad de sus higienes.
Apenas tengo de ofrecerle
los rayos de luz que iluminaban
el combate por la dicha,
las generosidades de la muerte,
es decir, de la vida,
los estallidos de la dicha,
esta derrota por ahora.
Bajo la lluvia ajena
(Notas al pie de la derrota)
Juan Gelman
Así como la victoria nunca es total, ninguna derrota es definitiva. Concepto derivado de un aforismo con destino de tuit que acuñó el escritor José Saramago, su resignificación local apareció en el fraseo del líder del sindicato de Camioneros, Hugo Moyano, en la marcha que encabezó sobre la Avenida 9 de Julio el 21 de febrero de 2018, la verba del gobernador puntano Alberto Rodriguez Saá cuando se jactó de que habría 2019 y hasta en la compasión de José “Pepe” Mujica para con el pueblo brasileño cuando ganó las elecciones Jair Bolsonaro.
El problema es que el tropezón que experimentó en las urnas el Frente de Todos (FdT) el 12 de septiembre pasado habilitó diferentes diagnósticos en los distintos campamentos del oficialismo. Y a pesar de su activismo, el ex gobernador tucumano y flamante jefe de Gabinete, Juan Manzur, quizá no pueda mitigar el daño que se causaron mutuamente el presidente Alberto Fernández y su vice, Cristina Kirchner.
Los reflejos y el dinamismo del otrora ministro de Salud sacudieron de la modorra al gabinete nacional. “Manzur quería hacer la primera conferencia de prensa a las 7:30 de la mañana pero lo convencimos de que arrancara una hora más tarde”, decían en su entorno el martes pasado. Ya en la tarde anterior, medio centenar de compañeros de ruta del funcionario habían ingresado a la Casa Rosada al grito de “Tucumán, Tucumán”, para participar de su acto de jura como ministro coordinador ante el Jefe de Estado y otros partenaires del elenco de asesores. “Vino con todo y va a armar”, admitían desde el cafierismo, sin alarma, cuando Realidad en Aumento preguntaba por el clima en el Ejecutivo, entrada la noche del lunes. La afirmación tuvo irrefutable comprobación empírica 24 horas más tarde, cuando Manzur aceptó la renuncia de Francisco Meritello a la Secretaría de Medios y nombró en su remplazo a Valeria Zapesochny, su jefa de prensa durante la última década.
Entre los saldos provisorios y las conjeturas de pasillo que circulaban en Gobierno al cierre de este artículo, rayan alto las interpretaciones vinculadas a la apertura de un escenario que trasciende el acto comicial del 14 de noviembre próximo: en el mejor de los casos, el FdT se reperfila para relanzarse en la gestión con miras al 2023 y el peronismo de los gobernadores y los sindicatos en cancha. Si hasta acá el primer mandatario había circunscripto su despliegue a la administración política del AMBA -más allá de sus apelaciones verbales o las reuniones de gabinete con tinte federal que cultivaba el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro-, el escrutinio y su compañera de fórmula lo forzaron a incorporar el aparato del PJ a despachos ministeriales sensibles como los del premier, Seguridad y Agricultura. Aníbal Fernández y Julián Domínguez, contendientes antaño y co-equipers ahora, son indiscutidos portadores de peronismo en sangre y su designación los invita a pavimentarse el camino para el turno electoral previsto para dentro de dos años. Se concederá el registro de cierta compunción frente a la modificación de Roberto Salvarezza por Daniel Filmus porque no aparecía en el radar de nadie, al tiempo que resulta más razonable la eyección de Nicolás Trotta y la designación de Jaime Perczyk en la cartera educativa.
Sin embargo, el zamarreo epistolar de la Vicepresidenta le bajó unas cuantas manzanas del árbol al gabinete económico y ninguno de los blancos de sus críticas perdió su poltrona. Aludido en la misiva, el ministro de Economía, Martín Guzmán, se dio el lujo de responderle por AM750 a la conductora del kirchnerismo que su hoja de ruta no constituye un ajuste sino una reducción del déficit fiscal, aunque reconoció que la ejecución presupuestaria del 2021 viene con lentitud. Asimismo, ratificó la intención gubernamental de cerrar un acuerdo con el FMI, uno de los hitos más difíciles de abordar en medio de las tensiones actuales porque en Casa Rosada estiman que la diseñadora del binomio triunfal en 2019 no está dispuesta a arriesgar la pureza ideológica del kirchnerismo en un cronograma de pagos y vencimientos que conspiren contra la memoria de su propia experiencia política.
En paralelo, el responsable de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, y su par de Trabajo, Claudio Moroni, permanecen incólumes e intactos. Sin ir más lejos, el módico aumento del Salario Mínimo, Vital y Móvil (SMVM) rubricado por el mandamás de la repartición laboral y las centrales sindicales no dejó a nadie contento.
Hasta donde supo este medio, la CTA Autónoma siguió las instrucciones de Víctor De Gennaro y aprobó la oferta sin chistar. Más resistentes se mostraron sus primos ceteístas encolumnados detrás de Hugo Yasky y la propia CGT. Fruto de los cabildeos, se acordó una suba del 13 por ciento que ubicaría el ingreso mínimo de los trabajadores en 33 mil pesos para febrero de 2022. La suba redundaría en poco más de 3 mil pesos en el bolsillo de los obreros, una ganga que hoy apenas costearía un buen asado para una familia tipo.
La excusa para la escasa generosidad de Moroni estribó en que ese incremento gatilla automáticamente la parda de los trabajadores de la economía popular beneficiados con programas y planes de empleo. La perorata del esfuerzo fiscal otra vez metió la cola y la impugnación gremial contra el ministro por hacer seguidismo al Movimiento Evita casi voltea la mesa de negociación. Primó la cordura frente al fantasma del retorno de la derecha: “no firmar hubiera sido un tiro en el pie”, asumían tanto en Azopardo como en la calle Piedras.
Plata o mierda
En ese contexto, la pulseada que conmovió al oficialismo la semana pasada se asemejó por momentos a la búsqueda de un chivo expiatorio, basada en pases de facturas confeccionadas alrededor de los atributos o las caracterizaciones de espacios y dirigentes, por un lado, y acciones políticas por otro. El trámite de la confrontación, lejos de alertar por sus formas, debiera preocupar por los síntomas que expresa: el modo selfie de ser y habitar el mundo permea desde su origen a la coalición gobernante y tal vez la esté estragando por Twitter, Instagram o Youtube.
Esa tesitura adquirieron también las diatribas de un sector del kirchnerismo al presupuesto enviado por Guzmán al Congreso la semana pasada, bajo airadas acusaciones de recortes en partidas previstas para la política energética en particular y el gasto social en general. Desde el Palacio de Hacienda le dijeron a esta revista que antes de despachar ese texto voluminoso “se hizo una barrida” con mandatarios provinciales y una somera revisión con los “diversos actores” del oficialismo. En consecuencia, despegarse a posteriori de lo que tantos observaron a priori no abriga honorabilidad. “Me voy a llevar a la tumba lo que hicieron con el presupuesto”, confesó una altísima fuente del Gabinete en reproche a La Cámpora.
Por lo demás, cualquier proyecto de presupuesto se somete a tratamiento primero en comisión, donde puede ser modificado hasta obtener dictamen favorable, y luego se discute en el recinto de ambas cámaras. Imputarle al Ejecutivo la intención de impulsar un ajuste en 2022 antes de que el Legislativo convierta ese itinerario económico en ley pasa por alto que la sanción deberá contar con la aprobación de la propia Vicepresidenta en el Senado y los ediles Máximo Kirchner y Sergio Massa, socios y posibles herederos del FdT, en Diputados.
Los ánimos siguen tan caldeados que desde el martes se azuzó la tropa contra el titular de la Unidad de Información Financiera (UIF), Carlos Cruz, por no apelar en tiempo y forma el fallo del juez Julián Ercolini para eximir de culpa y cargo a Paolo Rocca, Luis Betnaza y Hector Zavala, dueño y gerentes de Techint, respectivamente, en el marco de la causa de las fotocopia de los cuadernos del remisero Oscar Centeno. Acusados por pagar coimas para resolver inconvenientes con la planta de Sidor en Venezuela, los empresarios fueron sobreseídos por el magistrado pero se mantuvo el procesamiento sobre el por entonces viceministro de Planificación Federal, Roberto Baratta, consagrando la indulgencia para el poder económico y la condena para los funcionarios públicos.
El caso de Cruz, figura mutante entre la victimización por descuido o la etiqueta de oveja negra, es enigmático y hay que leerlo tanto a la luz de las internas del peronismo como los avatares de la elección del presidente de la Corte Suprema de Justicia. En primer término, el especialista en Derecho Penal y Económico es anotado a la cuenta de los agentes que responden al principal consejero presidencial, Juan Manuel Olmos, y el dueño de Grupo Octubre, Víctor Santa María, además del propio Fernández, pero no faltan los que recuerdan que el capo de la UIF ha servido como soldado en otras batallas del kirchnerismo. “Conociéndolo, es probable que Cruz se haya olvidado de seguir el expediente porque tiene poco apego al trabajo pero, sea por eso o sea porque actuó por omisión en beneficio de Techint, es lógico que ahora vayan por él”, deslizó una fuente del peronismo porteño.
Chirinada y después
La buena nueva para la “T” cae justo antes de la renovación de autoridades en el máximo tribunal argentino, último estamento del reaseguro de los privilegios de la clase dominante. Ya el Presidente se había referido al asunto en el acto del cierre de campaña previo a las PASO. “Un juez interpretó que los empresarios pueden justificar una coima por estar en estado de necesidad”, precisó, y hasta con una dosis de mea culpa profundizó: “yo, que he enseñado derecho penal a ese juez, me preguntaba cómo era posible que se animara a firmar semejantes cosas. Alguna vez espero que el Consejo de la Magistratura lea esas cosas. Y vea cómo es la conducta de esos jueces, porque los jueces además de ser dignos y honestos deben saber derecho y deben saber impartir justicia”.
Allí radica otra de las pistas para entender que el proceso electoral en curso dista mucho de la clausura definitiva de los tópicos centrales para el desarrollo nacional. Si bien macristas, radicales y libertarios hacen sus deberes frente a los financistas de sus aventuras políticas, el Grupo Clarín fue el escenario elegido por los poderosos para sentar las bases de su programa el lunes previo a la cita con las urnas: el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Carlos Rosenkrantz, “accedió” a una entrevista con el periodista Joaquín Morales Solá en la señal de cable Todo Noticias (TN).
Tras las salutaciones de rigor, el cronista otrora premiado por militares de la última dictadura por su faena en Tucumán fue prácticamente reprendido al aire por el ex abogado del emporio conducido por Héctor Magnetto. Morales Solá osó preguntarle por el cruce de llamados telefónicos entre el propio Rosenkrantz y el prófugo Fabián “Pepín” Rodriguez Simón, en el marco de la causa que investiga la persecución macrista contra los propietarios de Oil Combustibles, Cristóbal López y Fabián De Souza. “Primero, déjeme agradecerle la invitación y hacerle saber que me forzó a venir porque me invitó a hacer un balance de mi gestión, y sentí una responsabilidad institucional”, respondió el cortesano. Compelido al acto de reparación, el columnista de La Nación replicó: “vamos a hablar de eso, ¿eh?”. “Con muchísimo gusto, vine a hablar de eso”, contraatacó Rosenkrantz, y sus voces armonizaron en risitas incómodas.
El balance que mentaba el magistrado era el de su gestoría obediente al frente del Tribunal desde 2018, cuyo mandato vence a fin de mes. En plena entrevista, enterró el proyecto de ley que impulsaban el radical Emiliano Yacobitti y el macrista Cristian Ritondo para trocar el mecanismo de selección de presidente y sucesores en el cargo en la Corte Suprema. La iniciativa postulaba que tomaran las riendas del Poder Judicial de manera rotativa pero por orden de antigüedad. Las especulaciones originales versaban sobre la presunta negativa del juez con más años dedicados a ese puesto en su haber, Juan Carlos Maqueda, y su par con más abriles en sus espaldas, Elena Highton. Ese dibujo danzarín de la sortija hubiera podido terminar en las manos de Ricardo Lorenzetti pero Elisa Carrio, quien mantiene una vieja tirria con el santafecino –y viceversa-, le pidió explicaciones al alcalde porteño, Horacio Rodríguez Larreta, por el acompañamiento del dirigente Pro de Mataderos a esa jugada. Rodríguez Larreta le pidió a Ritondo que quitara su nombre del recuadro de la coautoría y Rosenkrantz tildó de inconstitucional la maniobra.
No obstante, su objeción no quedó ahí. Entre el biri-biri o la caradurez, al decir de un togado de Casación que se animó a conversar en off con este medio, el actual capo de la Corte la emprendió contra la prisión preventiva, cuando su entrevistador le preguntó por la inseguridad y la puerta giratoria. La mención a esa herramienta, acuñada por la doctrina de Martín Irurzun y apañada por Lorenzetti, pudo haber sido un tiro por elevación al rafaelino: “es un capítulo que presenta algunas complejidades porque legalmente solo puede decretarse la prisión preventiva en los casos en los que el imputado puede entorpecer el proceso” pero “no pueden ser arbitrarias”. Aun cuando el mandamás del tribunal nada hiciera para corregir los abusos refrendados por su principal competidor en Talcahuano, sus declaraciones dejaron el sabor a que no está resuelta la sucesión en el cuarto piso del viejo edificio. Las acciones de Horacio Rosatti suben por estas horas pero no tenía tres votos garantizados cuando se extinguía la luz del día de la primavera y había quienes no descartaban otro mandato de Rosenkrantz antes que la acefalía.
Se sabe, el poder permanente le tiene horror al vacío. Y aunque el amo degüella a la oveja que no da lana, dudosamente sacrifique alguno de los suyos como cordero de dios.