“Salir a asustar te protege más,
en esta la era de la boludez”.
Divididos (1993)
Ecuaciones y alquimias
La derrota a nivel nacional dolió menos al oficialismo que la remontada del Frente de Todos (FdT) en suelo bonaerense a la oposición. Aunque el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y su candidata pródiga, Maria Eugenia Vidal, podían celebrar su holgado triunfo porteño, su lugarteniente en Provincia de Buenos Aires, el otrora renunciado vicejefe por su candidatura a diputado, Diego Santilli, no retuvo la totalidad de los votos que cosechara en las PASO en la compulsa con el radical Facundo Manes y el peronismo acortó la distancia.
El sprint final del gobierno de Axel Kicillof, con el gabinete intervenido por intendentes como el lomense Martín Insaurralde y su par de Malvinas Argentinas, Leo Nardini, redundó en un crecimiento que socavó la suficiencia de Juntos sin arrebatarle el cetro. La percepción social, imbuida por la panoplia mediática, leerá una gozosa victoria opositora pero, en los hechos, la ecuación porcentual de sufragios obtenidos arrojó un empate técnico: ambas coaliciones aportarán 15 diputados nacionales a la cámara baja a partir del 10 de diciembre, sobre un total de 35 bancas en disputa para el turno electoral que acabó ayer.
Asimismo, el ex ministro de Economía y actual mandatario provincial se granjeó otro motivo para celebrar con tono épico. La cosecha del conteo provisorio para el Senado bonaerense favoreció al macrismo en la cuarta, quinta y séptima secciones electorales de la jurisdicción y se igualó en cuatro bancas para el caso de la primera, derivando en 13 escaños para la fuerza integrada por el Pro y la UCR y 10 para FdT. Cuando se renueve la composición parlamentaria en La Plata, habrá 23 ediles para cada fuerza y, ante cualquier paridad, desempatará la vicegobernadora Verónica Magario.
También Tierra del Fuego y Chaco se convirtieron en postas donde el oficialismo remontó escenarios negativos bajo el saldo de las primarias. La gesta del territorio más austral fue testigo de un batacazo que dio vuelta la taba: el 12 de septiembre pasado, Juntos por el Cambio se alzó con el 36,45 por ciento de las voluntades contra el 33,96 de la tropa conducida por Gustavo Melella, mientras que el veredicto de las generales colocó al gobierno fueguino con el 39,67 de los apoyos frente al alicaído 28,92 de sus contrincantes.
El caso chaqueño tuvo sus dosis de ejemplaridad en hidalguía. En la contienda anterior, la alianza amarilla obtuvo el 44,14 por ciento y el FdT alcanzó los 35,67 puntos pero esta vez el peronismo trepó a 44,33 y Chaco Cambia cayó a 42,75.
Consultado por FM La Patriada, el gobernador Jorge Capitanich explicó la recuperación en base a una convicción que repetían al interior de su administración: “Nosotros no merecíamos perder y ellos no merecían ganar”. No obstante –y al igual que para el excursus bonaerense- los sopetones de los descendientes de los onas en el sur y los tobas en el noreste se traducen en igual cantidad de bancas para cada frente: una para cada uno en Tierra del Fuego y dos para cada cual en Chaco.
Paradójico fue lo sucedido en Tucumán, donde el gobernador en uso de licencia por ejercicio de su rol como jefe de Gabinete nacional, Juan Manzur, vio cómo se escurría la diferencia que había celebrado en septiembre. En aquella jornada cívica, el ex ministro de Salud contó con casi el 50 por ciento de los votos, a 15 puntos de distancia de sus oponentes, y las planillas que le llegaban por correo anoche indicaban que sus custodios perdían 7 puntos y sus adversarios escalaban casi 5. El score final sería de 42,15 a 39,94.
Números puestos o guarismos anunciados se reprodujeron en favor de la oposición en Jujuy, Misiones, Corrientes, Santa Fe, Córdoba, Mendoza, Río Negro, Chubut y Santa Cruz, con la persistencia de la anomalía local neuquina y el peronismo patricio de Salta. El anverso lo otorgan Catamarca, La Rioja, San Juan (más allá de los coqueteos de Sergio Uñac con Juan Schiaretti), Santiago del Estero y Formosa.
Mensajes y especulaciones blue
Además del envión anímico oficial propinado por los telegramas que computaba el Ministerio del Interior, la otra sorpresa de la noche fue el mensaje grabado por el presidente Alberto Fernández, cuya emisión despertó tanta zozobra en propios y extraños como las especulaciones –más o menos perniciosas- sobre la ausencia de la vicepresidenta Cristina Kirchner en el bunker del FdT, por indicaciones médicas en pleno posoperatorio. El discurso del Jefe de Estado constituyó una defensa de sus primeros dos años de gestión, con una reafirmación de sus convicciones contra cualquier ajuste que perjudique al pueblo, y una apelación a la oposición para que acompañe patrióticamente al gobierno en los acuerdos necesarios para salir del atolladero derivado de la deuda contraída con el Fondo Monetario Internacional por Mauricio Macri.
Sobre ese punto, Fernández anunció que enviaría al Congreso un proyecto de ley que explicite el “Programa económico plurianual para el desarrollo sustentable”. “Ese programa contemplará los mejores entendimientos que nuestro gobierno haya alcanzado con el staff del FMI en las negociaciones que lidera nuestro ministro de economía, Martín Guzmán, sin renunciar a los principios de crecimiento económico e inclusión social a los que me he referido previamente”, dijo respaldando al titular del Palacio de Hacienda e inaugurando el asunto central de la etapa que se abre. En la misma dirección, apuntó: “esta es una decisión política que cuenta con el pleno aval del Frente de Todos. Ha sido el fruto del trabajo conjunto con la Vicepresidenta de la Nación, el Presidente de la Cámara de Diputados de la Nación y mi gabinete de ministros y ministras”.
Como epílogo de un proceso electoral que hizo temblar al gobierno en su unidad originaria, esa pieza audiovisual registrada para ser emitida en diferido dio la sensación de ser la estampa que expresaría los nuevos términos de la urdimbre entre los accionistas mayoritarios del oficialismo. Está por verse la madurez con que las partes administren sus tensiones y sinteticen políticamente sus diferencias ideológicas, sin parecerse a sus antagonistas ni subordinarse a sus verdugos. En una confrontación, se puede perder contra el enemigo pero no hay honor en caer de rodillas ante el miedo.