La hoja de ruta está y, al parecer, no es un mensaje grabado del presidente de la nación.
Desde el Palacio de Hacienda afirman que con la foto del Consejo Económico y Social que muestra a empresarios, dirigentes sindicales, referentes de los trabajadores y movimientos sociales acompañando al gobierno nacional; más el tratamiento en el recinto del programa plurianual; el Ejecutivo va a conseguir firmar una carta de intención con el FMI antes del 31 de diciembre.
La carta de intención también está redactada, esto bajo letra y puño del organismo. Allí se definen 5 ejes que direccionan la política económica: convergencia fiscal, reorientar subsidios, lucha contra la evasión, esquema educativo e inversiones estratégicas.
“Esta carta de intención es un puente de tiempo. Porque la idea es llegar a la firma del acuerdo con extensión de plazos y una notable mejora en las tasas”, afirma una fuente cercana a las negociaciones.
La estrategia de Alberto, Cristina y Guzmán se basa en que Gerogieva acaba de anunciar el lanzamiento de una nueva línea de préstamos que va a ofrecer el organismo a economías pobres o medias con “stress financiero”.
Se trata del Fondo de Resiliencia constituido por DEG, moneda que emite el fondo. En el marco de la pandemia, todos los países socios recibieron una cuota parte, no obstante los países desarrollados no tuvieron necesidad de utilizarlos. Con ese remanente se constituye este Fondo de Resiliencia que brinda una flamante modalidad de financiamiento, que trae consigo mejoras en las tasas y los plazos comparado con los estatutos que rigen para los acuerdos vigentes al momento, tanto el “stand by” así como el acuerdo de “facilidades extendidas”.
Entonces Guzmán, como buen economista heterodoxo de Columbia, activa cláusula pari passu, de la cúal es fan porque es uno de los inventos más prácticos de su mentor y premio Nobel Joseph Stiglitz, y por consiguiente obtiene nuevas y favorables condiciones para el acuerdo entre el país y el organismo. Por su parte, Cristina tiene para celebrar la extensión de plazos, ya que, según su lectura, contar con dos décadas de plazo para pagar vuelve viable la idea de “cumplir con los compromisos” que tanto promovió junto a Néstor. Y finalmente Alberto que con esto cumple su ambición de mostrarse como el tipo que encabezó la revolución que transformó la arquitectura financiera internacional.
De esta manera, es cierto que se llega a Marzo con todos adentro y se atraviesa el 22 sorteando el default. Sin embargo el acuerdo queda, en primera instancia, para los próximos 20 años. Esto implica revisión trimestral con misión del organismo incluida.
Los hombres de Wall Street entre nosotros como asiduos habitués de la Argentina para garantizar el cumplimiento de la convergencia fiscal, la reorientación de subsidios, lucha contra la evasión, esquema educativo e inversiones estratégicas.
“La convergencia fiscal la planteamos desde el principio como plan plurianual. El presupuesto del año entrante nació con ese enfoque”. Afirman que desde el Ministerio de Economía “no hay novedad en eso”.
Como sea, el fiscalismo es el vector del programa. La idea de un estado que no gasta más de lo que le ingresa echa por tierra la idea de las erogaciones públicas como inversión. Reduce el potencial que tiene el Estado para el impulso de la demanda agregada.
Respecto a la lucha contra la evasión, también denota falencias. A la evasión se la impide o se la combate. En el primer caso el gobierno anticipa la jugada, en el segundo llega tarde, con el muerto asesinado.
En tanto, inevitable que el título “esquemas educativos” huela a capacitación para la maquila; y que la reorientación de subsidios se traduzca como un tarifazo
De todas formas de mayor perdurabilidad resulta la cuestión de los sectores estratégicos. Al momento la promoción de inversiones se traduce como reducción impositiva y libre acceso al mercado de divisas para girar los dividendos, ganancias de las empresas que extraen materias primas.