La naturaleza le tiene horror al vacío, sostuvo Aristóteles hace más de 20 siglos, en la antigua Grecia. Su frase, utilizada para la filosofía y la teoría del arte, aplica también a la política actual: la vacancia en cualquier esfera, sea territorial o palaciega, termina por llenarse con la sustancia de los que se animan.
En esa clave pueden leerse las intervenciones públicas del diputado Máximo Kirchner con intendentes del PJ y dirigentes sindicales durante las últimas dos semanas, cuando llamó a “cortarla con las pendejadas de la televisión y solucionar este complejo momento”, como así también las críticas vertidas contra el ministro de Economía, Martín Guzmán, por tres voceros de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner (CFK) que se turnaron para apuntarle con variada intensidad pero idéntica precisión: el secretario de Energía, Darío Martínez, quien asentó por documento público que faltaría gas para los hogares y la producción industrial pero tuvo que retractarse; el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, que reconoció su impotencia al decir que no obra milagros pero vaticinó “riesgo alimentario” si no se aplican derechos de exportación; y el senador Oscar Parrilli, que deslizó que la boleta del año entrante sería encabezada por Kristalina Georgieva si se mantenía la traza del itinerario en curso.
Así, la líder indiscutida del Frente de Todos (FdT) avanza sin trepidaciones en los casilleros del tablero de ajedrez oficialista y le desgasta alfiles al presidente Alberto Fernández. Por exceso de candor o extraño tacticismo, el Jefe de Estado escoge una pose estoica mientras su rival interna, la misma que lo ungió candidato en 2019, le come el gobierno por dentro o le va sitiando progresivamente la gestión. “Es injusto que aparezca en el relato diario que nosotros queremos romper, porque en realidad estamos tensando y, en todo caso, condicionamos el rumbo porque Alberto no se deja ayudar”, graficó una fuente de la Cámara alta a Realidad en Aumento.
Al cierre de este artículo, dos movimientos concentraban la atención del sistema político. Por un lado, la curiosa convocatoria al Centro Cultural Kirchner para la Sesión Solemne de Apertura de la Decimocuarta Sesión Plenaria de Eurolat, un organismo internacional compuesto por 150 parlamentarios de países europeos y latinoamericanos cuya existencia ignoraba hasta ayer la mayoría de los argentinos, bajo el título “Una recuperación económica justa e inclusiva en paz”. Los anfitriones de esa cita eran la propia Vicepresidenta y el titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, el hombre que promueve un plenario de su espacio político para que sus cuadros lo proclamen precandidato presidencial 2023 o lo mandaten para que busque apoyos políticos y financieros para tamaña aventura.
Por otra parte, colmaba hasta los tuétanos de la agenda el sistemático y persistente pedido de renuncia a Guzmán y buena parte del gabinete económico. Como si el cambio de figuritas en esos puestos nodales habilitara la implementación de planes que resolvieran problemas acuciantes como la inflación o la subordinación al Fondo Monetario Internacional (FMI), sectores del kirchnerismo destilaban enjundia contra el intelectual forjado entre las aulas de la Universidad de La Plata y la de Columbia en Estados Unidos, facturándole el fracaso en materia de alineamiento de precios y salarios al mismo tiempo que ensayaban contorsiones para desembarazarse de desenlaces traumáticos contemplados en las especulativas proyecciones catastróficas de planillas de Excel donde no caben las ecuaciones políticas ni la apertura al albur histórico.
La especie, publicada en fascículos por el diario Clarín, versaba sobre el presunto deseo de Fernández de remover al ministro del Interior, Eduardo Wado De Pedro, para que en su lugar asuma Agustín Rossi, el ex ministro de Defensa que dimitió a su cargo para compulsar en las PASO contra el candidato del gobernador Omar Perotti, Marcelo Lewandoski, y la candidata cristinista Marilín Sacnún. A su vez, el plan que cavilaban los estrategas del gobierno evaluaba un supuesto traslado del funcionario camporista a la cartera de Justicia, conducida por el desdibujado Martín Soria, otra víctima de la fagocitación de una experiencia política que se autopercibe inercial o empequeñecida ante el volumen de los desafíos con los que debe medirse. Sin embargo, esta revista consultó al entorno de De Pedro y allí declinaron cualquier posible respuesta porque no les constaba la existencia de una jugada de ese tenor.
Esa historia en capítulos, a esta altura, parece constituirse en la profecía autocumplida que buscan desde la cúpula de la Asociación Empresaria Argentina (AEA), lo mismo que la salida de Guzmán. La contrición pascual dirá si la publicación de los índices inflacionarios de marzo, instauran un peligroso viacrucis para Olivos o, al contrario, una ventana de redención por asistir a una batalla desfavorable casi sin pertrechos.
Agobio y geopolítica
Como si al intercambio epistolar le hubieran sucedido nuevos estadios de confrontación, el FdT compite cada vez con mayor frecuencia en una deliberación en el ágora, acto contra acto, marcha contra marcha y juntando intelectuales o gremialistas. En ese contexto, el hartazgo gana terreno y la sociedad, en general, se siente cada vez más afuera de las constelaciones políticas o lo que expresan.
Cuando cerraba el 2021, la consultora Zuban-Córdoba publicó una encuesta sobre 1800 casos en todo el país cuyo saldo indicaba que más del 61% de los argentinos decía no estar satisfecho con la democracia. Entre la desafección de una ciudadanía más dispuesta a zambullirse a Los Juegos del Hambre por Netflix que al debate sobre las PASO del año próximo, el 74% de los consultados creía que el problema de la democracia son los políticos, aunque un 85% estaría convencido de que la democracia es el mejor sistema posible. Psicosis al margen o precisamente por eso, un 29% cree que los medios de comunicación son el actor con más poder en el país. “La información es el enemigo”, suele decir el periodista Pancho Muñoz.
Por eso, el voto argentino para la expulsión de Rusia del Consejo de Derechos Humanos de la ONU irritó a la base militante del FdT más de lo que la sorprendió. El embajador argentino en Washington, Jorge Argüello, habría sido fundamental para que la Cancillería se inclinara por la condena al despliegue militar del ejército de Vladimir Putin.
Hasta donde supo este portal, ese pronunciamiento fue otro de los terrenos de los últimos días por donde se tramitó la trifulca intestina del oficialismo. Prevaleció el encuadramiento bajo los designios norteamericanos pero la diplomacia vernácula acusó sus corcoveos. “No se debe dar por sentada la información de Occidente, la guerra de la des-información por la percepción es tan importante como la militar, lo que habría que hacer es pedir una investigación profunda para saber exactamente qué pasó”, argumentó en estricto off un funcionario que rinde cuentas ante el Ministerio de Relaciones Exteriores respecto de la acusación contra Moscú por presuntos crímenes de guerra, y agregó: “aún si fuera cierto, escalar el conflicto a través de sanciones nunca fue solución”.
El desacuerdo del ala que rodea a la Vicepresidenta redundó, asimismo, en la organización de una charla en el Instituto Patria, que estaba prevista con antelación al resultado de esa jugada global pero que cobró relevancia en el ring de dimes y diretes. Bajo el título “El arte de gobernar”, disertaron el pasado sábado frente a más de un centenar de personas el senador Parrilli, la ex diputada Claudia Bernazza y el ex canciller Felipe Solá, denostado por el kirchnerismo mientras ejerció ese cargo pero recuperado para sus filas ahora. Según fuentes parlamentarias, el ex gobernador bonaerense “anduvo varias veces por el Congreso” en los últimos meses, tras el destrato con el que fuera eyectado por Santiago Cafiero, instruido para la faena por el mismísimo primer mandatario.
Solá eludió expedirse sobre el voto a Rusia, alegando que carecía de suficientes datos aunque deslizó que se hubiera abstenido, mientras que el edil neuquino se despachó con un discurso contra los tecnócratas sin desconocer que son necesarios bajo una correcta conducción política. Ese pasaje aludía directamente a Guzmán y abona la creencia de que su matriz forma parte de la decepción general ante las cornadas mutuas y las cuestiones irresolubles.
Mucho antes de que suene el disparo de largada, aprovechan el desorden los que quieren delirarse un pleno en la carrera por las precandidaturas presidenciales. Ahí se anotan no sólo Sergio Massa o De Pedro sino también el gobernador chaqueño, Jorge Capitanich, que hasta se fotografió con su par cordobés, Juan Carlos Schiaretti, y acredita ascendencia en la liga de gobernadores. Además contaría con el visto bueno de les Fernández para arriesgarse en la maratón.
No obstante, la época se asemeja bastante al somnoliento clima de la previa a la Primera Guerra Mundial en Viena, con sus rutinas estetizantes y la égida de la Belle Époque. El ensayista George Steiner formuló sus preguntas alrededor de este tópico, que concentra la inquietud acerca de las chances de que “ciertos orígenes específicos de lo inhumano” tal vez tengan su chispazo primigenio “en la larga paz” o “el centro mismo de la estructura de la civilización”. Impugnada la violencia política de los de abajo desde el retorno de la democracia en esta pampa arisca, habría que prestarle atención a la urticante frase del poeta francés Théophile Gautier: “antes la barbarie que el tedio”.
El problema de esa concepción es el descuido a los que pagan la barbarie con su piel mientras que los que padecen el tedio mantienen su heladera llena. De ahí, el consejo de Rossi al Presidente para que deje de hablar de la interna, juego de tronos que inhibió la importancia del plenario que hiciera en Rosario la Corriente Nacional de la Militancia: con la presencia de funcionarios del gabinete nacional como el ministro de Desarrollo Territorial y Hábitat, Jorge Ferraresi, y su par de Desarrollo Social, Juan Zabaleta, la secretaria de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería, Cecilia Todesca Bocco, y la secretaria de Legal y Técnica de Presidencia, Vilma Ibarra, más de 2 mil personas discutieron públicamente el rumbo del FdT.
Llenando el vacío que se abre por la sustracción que practica Fernández en determinadas circunstancias que exigen un carácter de estadista, el ex presidente del bloque de diputados kirchnerista durante los mandatos de la ex Presidenta postuló la necesidad de un ingreso básico universal, porque no alcanza con la generación de empleo para recomponer los salarios de los trabajadores. Tarde pródiga en ejemplos para una narrativa publicitaria épica y seductora, la jornada organizada por el entorno de Rossi en el Mercado del Patio constituyó un humilde pero valioso acto de repolitización del gobierno.
Desde el panel de cierre, el histórico dirigente santafecino asumió las dificultades de la unidad y el vaso medio vacío pero enfatizó que “la reflexión se hace, fundamentalmente, con el pueblo en la calle y la militancia movilizada”. Y luego de expresar su anhelo de que se replique lo que se hizo en Rosario en otras latitudes del país, llamó a que “todas las organizaciones políticas del movimiento salgan a hablar y convocar a nuestros militantes”.
Su clamor tal vez resulte indigerible en las mesas montadas para cuadros de paladar negro pero pone a la fuerza política de pie, insufla bríos a la base, compromete por igual a todos y patea el hormiguero para que el debate despierte a los que creen que todavía tienen tiempo, suponen que tienen la vaca atada o viajan con docilidad de rebaño a la derrota.