La figura de Alberto Fernández y el gobierno del Frente de Todos cotizan al alza en el concierto global, más allá de las tensiones internas de la coalición oficialista y el sistemático asedio de los grupos económicos para debilitarlos y condicionarlos. La hoja de ruta en la interminable negociación con el FMI y el recelo norteamericano ante las buenas migas con China.
El problema de mirarse el ombligo es que se pierde visión panorámica. El sistema político local a menudo peca de esa torpeza y no mensura la robustez institucional de sus mediaciones, la densidad peculiar de sus organizaciones populares y la insondable corrección ideológica de sus mayorías en torno de la defensa de los valores democráticos, en comparación con sus vecinos. Lejos de la argentinidad al palo, el itinerario que trazó el Gobierno nacional para la negociación con los holdouts y el madrugón sanitario de la cuarentena inicial para el temprano equipamiento del sistema de salud enclenque pusieron al país un escalón por encima en la región, a pesar del estrago producido por Mauricio Macri.
Así, Uruguay trepó la última semana al podio mundial de cantidad de muertos por habitante a causa del coronavirus, Chile suspendió la elección constituyente porque ni la presuntamente exitosa campaña de vacunación ni la amarreta contención pecuniaria de Sebastián Piñera evitaron la explosión de contagios, los habitantes de Paraguay donan sillones a los hospitales porque no hay más camas, Brasil es un pandemónium inefable a merced del fascistoide Jair Bolsonaro y Bolivia recién sale de un golpe de Estado. Si a eso se suma que al cierre de este artículo, una familia rompía las puertas de un sanatorio para llevarse a un pariente difunto por Covid 19 en Colombia, con 50 millones de habitantes y más de 65 mil víctimas fatales de la pandemia, o el ballotage que se celebra por estas horas en Ecuador pese al disgusto de Lenin Moreno y sus quirúrgicos aislamientos departamentales en favor del electorado del derechista Guillermo Lasso y los inextricables comicios peruanos, con 53 mil decesos de fondo y más de 13 millones de hospitalizados, la pampa austral, arisca y sin autocomplacencias, parece un solaz. Al margen queda Venezuela, porque a su mención le escapan los politólogos pero acredita 1739 actas de defunción y hasta Juan Guaidó se convirtió en mancha venenosa ante la deflación de su reconocimiento como presidente encargado tanto para la Casa Blanca como Europa.
Párrafo aparte merecería Centroamérica pero baste con la mención de que fuentes diplomáticas en Washington le recordaron a Realidad en Aumento que Nicaragua, El Salvador y Honduras son los países que honran con más migrantes al gigante del Norte, al paso que los laureles emancipatorios con los que arrancó su mandato Andrés Manuel López Obrador se enmustiaron por la proximidad con el verdugo. Aunque Argentina eludió ese influjo o bailó evadiéndose de la absorción imperial desde que asumieron Alberto Fernández y Cristina Fernández, todos los caminos desembocan en la Quinta Avenida, Wall Street, el Pentágono, el Departamento de Estado y hasta sus embajadas, manden republicanos o demócratas allende el Río Bravo y conduzcan radicales o peronistas aquende La Quiaca.
Por eso, no llama la atención -más allá de la activación de las alertas- que el ex ministro de Justicia cambiemita, Germán Garavano, y la ex embajadora argentina en la Organización de los Estados Americanos (OEA), Paula Bertol, enviaran una carta al secretario general del organismo, Luis Almagro, denunciando un supuesto “deterioro institucional” en el país. “Es necesario poner estos hechos ante la comunidad americana de naciones, a fin de que la Organización pueda contribuir a evitar que se profundice el deterioro”, reza la misiva redactada en alusión al avance judicial contra magistrados y ex funcionarios que participaron del entramado del lawfare local.
El sucesor de Bertol en la OEA, Carlos Raimundi, deploró por Twitter la iniciativa macrista, y advirtió que la nota constituye “una nueva invocación a la injerencia” externa en un Estado soberano. El fantasma de Almagro todavía orea las sábanas que usó para derribar a Evo Morales a fines de 2019 y a los gringos les preocupa y hiere en iguales proporciones que el rumbo de los Fernández incluya la salida del Grupo de Lima, entente de países con gobiernos reaccionarios que se nuclearon para horadar al mandatario venezolano Nicolás Maduro, y el desembarco comercial de China en esta tierra austral. Sin embargo, la linealidad se escabulle en los asuntos estratégicos: tanto la Casa Rosada como el jefe de Estado norteamericano, Joe Biden, saben cuáles son sus bases de sustentación y aprovechan sus márgenes de maniobra para driblear con autonomía en los temas sensibles sin pijotearse gestos de cooperación en los tópicos cruciales.
La visita del almirante Craig Faller, jefe del Comando Sur de los Estados Unidos (SouthCom), y la llegada del director senior del Consejo de Seguridad para América Latina de la administración Biden, el colombiano Juan González, se inscriben en esa tesitura. Definido por fuentes diplomáticas como un halcón que podría haber integrado las filas del gobierno de Donald Trump, está previsto que el funcionario nacido en Cartagena pero criado en Nueva York se reúna con Fernández y el canciller Felipe Solá el próximo martes 13, aunque voceros de la Cancillería respondieran a este medio que desconocían la especie. El affaire con Faller, por lo demás, desató una discusión interna en el FdT que ilustra el estado del arte en la política vernácula.
La soberanía entre paréntesis
Faller trajo consigo tres hospitales de campaña para nutrir de equipamiento al país en la lucha contra el Covid19 y fue recibido protocolarmente por los ministros de Defensa y de Salud, Agustín Rossi y Carla Vizzotti, respectivamente. La foto generó una ola de críticas, luego de que trascendiera que Estados Unidos había enviado un submarino nuclear a las Islas Malvinas para un ejercicio militar conjunto con aviones británicos. El hecho fue repudiado rápidamente por el propio jefe del Edificio Libertador y, desde su entorno, contestaron que “pensar que se entrega soberanía por recibir hospitales de campaña es una tontería”.
Por otro lado, es una pintura de la decadencia que una nación con 561 mil muertos por coronavirus envíe 3 hospitales de campaña. En ese sentido, el zamarreo interno del oficialismo va de la objeción a Faller y la fustigación a la línea diplomática del primer mandatario a la comprensión de la desesperación yanqui por el entendimiento argentino con Moscú y Pekín, en intercambios comerciales. Realidad en Aumento consultó por los detalles en el Palacio San Martín pero adujeron que Solá no mantuvo ningún encuentro con Faller y la ayuda sanitaria, reducida a la enumeración de 8 palas, cuatro cascos y tres carpas por sus detractores, corrió por cuenta de Defensa, al tiempo que Defensa deslindó responsabilidades en la cartera liderada por Vizzotti.
No obstante, el comunicado oficial también refiere que el objetivo argentino está puesto en las 9 millones de dosis de vacunas Covax, cuya adquisición no está eximida de la lógica capitalista en ninguna latitud y su mecanismo consiste en un fondo global para el desarrollo de vacunas por parte de los países que lideran la Coalición para la Promoción de Innovaciones en pro de la Preparación ante las Epidemias (CEPI), la Alianza Mundial para las Vacunas e Inmunización (GAVI), UNICEF, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS). También ahí tienen la suela los descendientes de Abraham Lincoln.
La discusión escaló todavía más porque Faller fue recibido por el intendente de Ushuaia, Walter Vuoto, a pesar de que el gobernador de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, Gustavo Melella, se manifestó contra la ceremonia. “El mismo día que los británicos vuelven a amenazar a la seguridad de todos los fueguinos, argentinos y de todo el continente mediante el anuncio de renovados ejercicios militares visitó nuestra ciudad capitalina una de las autoridades del Comando de Combate Unificado, perteneciente al Departamento de Defensa de los Estados Unidos”, descerrajó el mandatario provincial en un hilo de tuits, y tras atribuirle a los subordinados de Faller la presencia del submarino nuclear, agregó: “quiero llevar tranquilidad a toda nuestra Provincia, y a nuestra Nación, que nuestro Gobierno no está de acuerdo ni permitirá bajo ningún motivo la instalación de una base militar extranjera en Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur”.
Este portal se comunicó con el secretario provincial de Malvinas, Antártida e Islas del Atlántico Sur y Asuntos Internacionales, Andrés Dachary, quien también rechazó la foto de Vuoto. “La soberanía es un interés innegociable. Tierra del Fuego es una provincia invadida por el Reino Unido, que ha saqueado además sistemáticamente sus recursos naturales y avanzando en un proceso de militarización que inclusive ha incorporado recientemente a los Estados Unidos en la realización de ejercicios conjuntos. En este contexto uno imaginaría que todas las instituciones regionales reaccionarían en sintonía respecto a la presencia del Comandante del SouthCom en nuestra tierra y sin embargo algunos eligieron arriar sus banderas de la lucha por un país soberano a cambio de espejitos de colores”, expresó.
La ex embajadora argentina en Londres, Alicia Castro, adoptó una postura idéntica y evocó a Simón Bolívar, cuando dijo que “los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miseria a nombre de la libertad”. “Es paradójico que los norteamericanos, que no pueden curar a sus enfermos ni enterrar a sus más de 500 mil muertos vengan a ‘ayudarnos’”, resaltó ante este cronista, y ponderó que China, que contabiliza 5 mil fallecidos, no exige concesiones políticas que afecten la soberanía a cambio de sus inversiones.
Asimismo, un funcionario al tanto de las conversaciones diplomáticas contó que Rossi fue tajante con Faller: Argentina acepta asistencia financiera para el emplazamiento de una base militar en Tierra del Fuego pero de ninguna manera se cederá la conducción política o militar del enclave. Otro de los ítems que puso sobre la mesa el uniformado estadounidense versaba sobre el interés norteamericano en la pesca ilegal pero el Ministro de Defensa le respondió que no necesita consejos para el patrullaje del Mar Argentino. “Que Faller haya sido recibido por Rossi es una garantía”, sostuvo el confidente que solicitó reserva de su nombre.
La deuda y la fe
A nadie se le escapa que cualquier cabildeo con representantes de las potencias hegemónicas se cifra bajo el espectro de la renegociación de la deuda externa que lleva adelante el ministro de Economía, Martín Guzmán, con el FMI. Y del mismo modo que provocan cimbronazos declaraciones como las del argenmex Alejandro Werner, soldado del organismo multilateral de crédito nacido en tierra azteca durante el exilio de su padre Manuel -un contador ligado a José Ber Gelbard y David Graiver-, la palabra del Papa Francisco rankea más alto en los recintos de las discusiones de política internacional. Mientras que el jefe del Fondo para el Hemisferio Occidental dijo que hay “diferencias significativas de opinión” al interior del gobierno argentino, durante su exposición telemática ante un grupo de banqueros convocados por Standar and Poors, el sumo pontífice pidió al mismo acreedor y al Banco Mundial una “reducción significativa de la deuda”. “Un espíritu de solidaridad mundial también exige al menos una reducción significativa de la carga de la deuda de las naciones más pobres, agravada por la pandemia”, planteó apenas unos días antes de que Guzmán salga de gira por Europa y planee verse con el jesuita para granjearse un nuevo respaldo.
El pronunciamiento no es azaroso y no falta quien especula con una coordinación que ni siquiera se precisa cuando se observa con cierto grado de lucidez el descalabro general. Un ex diputado peronista que reviste el elenco de asesores de Sergio Massa, por caso, sugirió ante Realidad en Aumento que habría que “aprovechar la conexión católica”. “Biden es el segundo presidente católico de los Estados Unidos, tiene en su gabinete siete ministros católicos, si se hace algo con el Papa en el marco de la pandemia y la emergencia de los países en desarrollo, se busca una excepcionalidad y una línea de crédito a 20 años, sería absolutamente razonable y un logro político internacional”, arriesgó.
Las dificultades radican, para variar, en las tensiones que derivan de la heterogeneidad ideológica de las tribus que componen el frente gobernante y la vocación militante de la clase dominante argentina para que los Fernández fracasen en todas las esferas. La iniciativa del presidente del bloque del FdT en la Cámara Baja, Máximo Kirchner, para que el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y ciertos sectores del radicalismo apoyaran la negociación por un Acuerdo de Facilidades Extendidas más beneficioso con el FMI es acertada pero de difícil concreción: los grupos económicos concentrados reniegan del libre albedrío de los intérpretes políticos que incubaron en la TV y reclaman permanentemente que se ajusten al guión.
Aun así, la búsqueda de un entendimiento sigue en marcha, las proyecciones económicas vernáculas y foráneas indican que el crecimiento puede ser generoso y hasta lo más granado del empresariado concede que dudosamente la oposición pueda imponerse en las urnas en 2021. Si el Ejecutivo logra plantarse sin neutralidad ni candidez en la puja distributiva ante la voracidad despiadada de los formadores de precios, cobrarán un sentido más profundo las palabras de la Vicepresidenta cuando distinguió el gusto suyo y la algarabía de Néstor Kirchner en Disney World de los intereses argentinos en materia geopolítica. Después de todo –y con o sin coronavirus-, la fórmula triunfadora sabía que debía medirse con monstruos más aterradores que en las películas infantiles, como la deuda legada por el macrismo y las presiones de sus acreedores.