Aunque las corporaciones empresarias tienen más reflejos –o más recursos- que los sectores populares para situarse en un solo punto de acumulación y hacer palanca cuando se encapota el cielo, padecen el mismo malestar que el resto de los actores sociales ante su propia fragmentación. En la dispersión, pequeños grupos con alta capacidad de incidencia pública intentan erigirse como la conducción política del poder económico y otean el horizonte más allá de las elecciones de medio término. Sin embargo, el Gobierno no renuncia a sus artes y porfía con la idea de ofrecerles sillas en la mesa de la discusión de un proyecto de país.
El empresariado argentino adolece de dispersión. Pese a la concentración económica en pocas manos y la integración vertical de los principales emporios, las tensiones manifiestas al calor de la renovación de las autoridades de la Sociedad Rural Argentina (SRA) y la Unión Industrial Argentina (UIA) constituyen un capítulo más en la inconclusa formación de la burguesía nacional.
Más allá de la rosca urdida por los líderes de Techint, Paolo Rocca y Luis Betnaza, para el desplazamiento de Miguel Acevedo y la entronización del abogado Daniel Funes de Rioja en la central fabril, el sello con sede en Avenida de Mayo 1147 no contiene ni expresa a la totalidad de las patronales. Según un estudio de Alejandro Dulitzky, magíster en Sociología Económica por la Universidad Nacional de San Martín y doctorando en Ciencias Sociales por la UBA, “existe una inmensa cantidad de cámaras y entidades empresarias diseminadas por todos los sectores de la economía”. Especialista en el estudio de la relación Estado-empresas y los grupos de interés, encontró que el Registro de Instituciones Productivas del Ministerio de la Producción durante el mandato macrista tenía inscriptas 910 entidades empresariales nacionales.
El dato es tan relevante que uno de los habituales contertulios del propio Roberto Rocca, padre del actual gerente de la principal firma argentina, le recordó a este medio que el presidente honorario de la T, fallecido en 2003, solía preguntarse para qué servían tantas asociaciones empresarias. “Es preferible que haya una pero buena”, resumía el magnate nacido en Milán.
Otro tanto podría decirse sobre los productores agropecuarios y el más rimbombante de sus nucleamientos, la Mesa de Enlace. El kirchnerismo aprendió de la derrota por el conflicto ante la Resolución 125/2008 el significado agrio de la “segmentación” y, aunque los formadores de precios se devoren el poder adquisitivo de los asalariados en la puja distributiva, la táctica gubernamental de rajarle a los sojeros la unidad comienza a rendirle más frutos que la amenaza de aumento en las retenciones a las exportaciones: el flamante titular de la SRA, Nicolás Pino, admitió que le interesa que sus socios tengan representación en el Consejo Agroindustrial Argentino (CAA), el espacio de coordinación diseñado por la Casa Rosada para sentarse a la mesa con la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC), encabezados por Gustavo Idígoras; la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, a cargo de José Martins; la Mesa Nacional de las Carnes, presidida por Dardo Chiesa; y Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), dirigidas por Jorge Chemes. Con un incremento del 76 por ciento anual en el precio de la carne para consumo local y la cotización de la tonelada de soja por encima de los 600 dólares, las anteojeras ideológicas tienen limite.
Dogmas y empirismo
El periodista Alfredo Zaiat dio en la tecla cuando señaló las limitaciones de los anhelos del gobierno de Alberto Fernández tras la foto del 9 de julio de 2020, con representantes del Grupo de los 6, los jefes sindicales y funcionarios de su gabinete. La muestra supuestamente representativa obviaba la experiencia previa de la apuesta de los albores kirchneristas por la conformación de un empresariado comprometido con el desarrollo nacional. El ascenso de Funes de Rioja y Pino en las principales ententes corporativas tentó al editor de la sección Economía del diario Página 12 a repetir la fórmula de la advertencia sobre el atrincheramiento de la conducción política del poder económico contra el Frente de Todos (FdT).
Sin duda, el endurecimiento del directorio de la UIA no es una buena noticia para el Poder Ejecutivo y, si bien no cambia demasiado la tesitura entre Daniel Pelegrina y su flamante sucesor, a quien le atribuyen mayor afinidad con el ex ministro macrista Luis Miguel Etchevehere, habrá que ver sus posicionamientos. Al cierre de este artículo, dirigentes regionales de la SRA despotricaban contra el ganadero entrerriano por haber deslizado que quiere una butaca en el CAA. “¿Cómo se va a reunir con los que quieren subirnos las retenciones?”, bramaban por chat referentes cordobeses que jugaron su ficha por su antagonista interno. En todo caso, la hipótesis de Zaiat se torna menos consistente si se analiza el entramado de las organizaciones empresarias con más profundidad.
Por un lado, todavía gravita la alianza entre una porción del empresariado local y los sectores populares que mentó el profesor Eduardo Basualdo para graficar el esquema de acumulación y legitimidad social originaria de la fórmula triunfante en las urnas en 2019. Ese entendimiento tácito cruje cuando el Jefe de Estado se inclina hacia un lado u otro pero ni la base de sustentación plebeya saca los pies del plato ni Techint abandona sus apetencias sobre Vaca Muerta. Dos frases de Rodolfo Walsh ilustran esta etapa con precisión: para entender la lógica del capital, podría validarse que “una clase no se suicida”; para leer la comprensión de los trabajadores, alcanza con las críticas del periodista desaparecido al militarismo de Montoneros ante el feroz avance represivo de la última dictadura, bajo la idea de que “el pueblo se refugia en terrenos conservadores pero conocidos” como lo es el peronismo en estas pampas.
Aun así, los dueños del capital vernáculo y los gerentes que las empresas extranjeras que envían desde sus casas matrices carecen del nivel de coordinación del que alardean entre sí o les adjudica la prensa especializada. La politóloga Marina Dossi concede que, a lo sumo, los popes de la economía coinciden en el reclamo de un Estado eficiente y chiquito, sin ínfulas de empresario, pero observa que no ostentan claridad para el análisis de las coyunturas. “En la bisagra del 89’ y 90’, abrazaron al neoliberalismo sin comprender lo que significaría y por eso les pasó lo que les pasó”, sostiene. La pertenencia al café literario que se reúne en coloquios y disertaciones, bautizado como círculo rojo por Jaime Durán Barba, obnubila más de lo que esclarece.
Entrevistado por Realidad en Aumento, el acreedor del 72,5 por ciento del paquete accionario de Aluar, Javier Madanes Quintanilla, dijo que “las asociaciones empresarias se volvieron un directorio de asientos, donde la gente se disputa un lugar en la mesa antes que el debate de las ideas”. “Te encontrás con asociaciones que no llegan a formular claras propuestas o que tengan, frente a un debate, un programa alternativo”, propinó.
A su vez, rubricó la hipótesis de que el agrietamiento de las estructuras y los actores sociales también impacta sobre el empresariado. “No estamos en el modelo de representación de los sectores productivos que tuviste en los 70’”, sostuvo, y agregó: “la fuerza de las asociaciones empresarias, comparativamente con lo que era en ese período, es totalmente distinta”. Y ante la pregunta puntual sobre la posibilidad de que la Asociación Empresaria Argentina (AEA) tenga un proyecto de país, respondió: “no veo proyecto de país en general y el caso es que se trata de un lugar de encuentro de personas pero no de empresas o de cámaras”.
Plan 2023
El hervor del cortoplacismo no priva, de todas formas, a los sectores dominantes de alzar la vista por encima de sus mentones. En su cabeza dislocada o fragmantada, la cita electoral del 2021 tal vez sea una gran primaria para encargar a las consultoras de siempre las ecuaciones habituales que calculan los costos y beneficios de apoyar a un candidato presidencial u otro en el próximo turno. Aunque tanto en 2015 como en 2019 los capitanes pusieron huevos en todas las canastas partidarias, la asesoría con encuestas y focus group constituye una rama pujante.
No hay sanciones ni inhibiciones en los foros empresarios para eso. Al decir de Ana Castellani, actual secretaria de Gestión y Empleo Público, investigadora Conicet y creadora del Observatorio de las Elites en la Universidad de San Martin, el empresariado no abandonó sus pulsiones predatorias y facciosas ni con Mauricio Macri en la primera magistratura. Y por lo demás, también les Fernández aspiran a expresar una visión de la Argentina que inspire a los hombres y mujeres de negocios a dejar de caminar con los codos.
Ya en 2013, dos días después de la derrota que sufriera en las primarias de agosto de 2013 el intendente lomense Martin Insaurralde frente al por entones par suyo pero en el municipio de Tigre, Sergio Massa, Cristina Fernández de Kirchner manifestó su deseo de “discutir con los titulares”. Se refería a los jefes o financistas de las listas opositoras a su gobierno y, sin perjuicio de los bamboleos o tensiones vinculares, logró su cometido. Los memoriosos evocan, con sorna, los suplicios de Macri para que sus partenaires de clase inviertan pero no debiera escaparse al lector que el año pasado el ministro de Economía, Martín Guzmán, había empezado a cultivar una conversación de cierta proximidad, bañada de mutuas responsabilidades institucionales, con el propio Rocca. Y hasta el diputado Máximo Kirchner participó de una cena en casa del extinto banquero Jorge Brito en julio pasado, junto a Massa y el ministro del Interior, Eduardo “Wado” De Pedro. De la tenida participaron, además del anfitrión, Marcos Bulgheroni (Pan American Energy), Marcelo Mindlin (Pampa Energía) y Hugo Dragonetti (de la constructora Panedile), entre otros.
Como corolario, el gobernador Axel Kicillof y el ministro de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica bonaerense, Augusto Costa, se reunieron con Funes de Rioja en La Plata dos viernes atrás, en medio de intensas discusiones sobre la escalada inflacionaria y la responsabilidad de los formadores de precios. El ex encargado del programa Precios Cuidados en el último tramo del segundo mandato de la actual Vicepresidenta refirió más tarde a este cronista las dificultades del Estado para “conocer la información” sobre costos en la cadena de producción que los empresarios retacean, según sus propias palabras, por “trabas ideológicas”. Problemas perennes en un desafío agonístico exigen, probablemente, la asunción del romántico alemán Fredrich Hölderlin, cuya muerte lo asaltó el 7 de junio de 1843 arrojado en los brazos de la demencia: “lo permanente lo instauran los poetas”. O sus mecenas, podría agregarse en pleno siglo XXI.
No es casual que De Pedro haya dicho recientemente en FM La Patriada, luego de despacharse con críticas al Poder Judicial ante la consulta por la vigencia del lawfare y la chance de que jueces y legisladores macristas fueran punta de lanza del poder económico, que el FdT era respetuoso de la representación social de los opositores y que era su voluntad representar al empresariado. La conspiración de las cúpulas y sus personalismos no agotan ni sintetizan al cuerpo entero porque lo absoluto es nada más que un axioma matemático. Las refriegas por venir dirán quién gana, parcialmente, la pulseada.