Como en 1945 lo hicieron los líderes de la CGT para que los temerosos militares liberaran al teniente Juan Domingo Perón, los cosecretarios generales Héctor Daer y Carlos Acuña habían convocado a una movilización en respaldo al Gobierno para el 18 de octubre, bajo el propósito de conmemorar el hito fundacional del peronismo -que protagonizó el pueblo trabajador con el arrojo suficiente para desbordar a sus conducciones en los sindicatos con 24 horas de anticipación- sin interrumpir el festejo del Día de la Madre. Como hace 76 años el movimiento popular latente, las bases de sustentación del Frente de Todos (FdT) impulsaron una concentración en Plaza de Mayo y se plegaron a las consignas de la titular de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, contra el pago de la deuda al Fondo Monetario Internacional (FMI).
Como el año pasado, los caciques de Azopardo, los movimientos sociales nucleados en la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) y ciertos sectores del peronismo clásico aspiraban a persuadir al Jefe de Estado para que el FdT no participara oficialmente del acto del domingo porque, contra toda evidencia, porfían con la idea de que la ex Presidenta es un lastre que podrían descartar para iniciar una aventura plebeya que exprese al kirchnerismo sin ella y La Cámpora. Como en 2020, los sectores que reniegan del fervor cristinista que acuñara antaño la ex diputada Diana Conti se quedaron con las ganas: al cierre de este artículo, el primer mandatario había rubricado una carta, como titular del Partido Justicialista, para llamar a conmemorar la gesta del ’45 en todas las plazas del país.
Como desde el inicio de su gestión, la experiencia gubernamental en curso borroneó con el codo la decisión anunciada el lunes pasado por el jefe de Gabinete, Juan Manzur, uno de los entusiastas que conminaba a Fernández, hace tan solo 12 meses, a pavimentar su itinerario sin su compañera de fórmula. Como en el caso de la expropiación de Vicentin, los bamboleos de las clases presenciales durante los picos de contagios de Covid19 en pandemia o el cepo a la exportación de carnes en los últimos meses, el Ejecutivo hizo del carácter pendular un culto supremo, una oda a la ambigüedad o la vacilación como eje rector del rumbo.
El titubeo oficial, por lo demás, tampoco abre espacio para que el kircnherismo se adjudique representación mayoritaria, fidelidad militante o pureza ideológica. No obstante, la miopía política de los que se prosternan ante la ortodoxia se encierran en la hermenéutica de la Biblia y olvidan el goce del calefón.
Una trabajadora con responsabilidad en su gremio y referencia al interior de Mujeres Sindicalistas le decía a Realidad en Aumento que todos los cañones de su sindicato apuntaban a la movilización del 18, más allá de la tentación de sumarse a la concentración del domingo. Un diputado del Frente de Todos que supo militar el albertismo asumía con un dejo de tristeza la falta de timing de Azopardo. “Los muchachos ahora caminan por las paredes y, junto con ‘los carolinos’, están tratando de torcer lo del 17 pero ya se les pasó el arroz”, repetía entre los suyos.
Leales o unidos
Fernández no abandona su anhelo de ver antes que culmine su mandato una central única de los trabajadores pero, paradójicamente, son los Gordos de la CGT los que resisten con ahínco la incorporación de los sindicatos de la CTA. Cómodos en la lentitud y cerrajeros del edificio del Bajo porteño que pilotean a control remoto y donde ni siquiera hay baño para mujeres, Daer y Acuña no habían circulado hasta el jueves el documento que periódicos como Página 12 o Ámbito Financiero voceaban como el texto consensuado para difusión o conclusión de la movilización del lunes porvenir.
Fuentes consultadas por este medio comentaron que el Gringo Amichetti, histórico líder de la Federación Gráfica Bonaerense, quiso conocer el contenido de esos pronunciamientos pero le respondieron de forma evasiva. Elusiones similares obtuvo el dipusindical y jefe de los curtidores, Walter Correa, cuando pretendía discutir la organización del cumple de la lealtad. Quizá sea hora de que se comprenda que estar juntos no siempre es bueno y que, al mismo tiempo, la obediencia tiende a la quietud y, como el agua, lo que se estanca se pudre.
Ya el miércoles, la Mesa Nacional de la CTA deliberó sobre las diferentes convocatorias. Durante el intercambio, ninguno de los secretarios generales amagaba con subirse a la propuesta de la CGT y todos manifestaban su malestar con la tibieza oficial frente a una militancia que “se marcha encima”. De hecho, el comunicado de esa central llamaba a participar de la concentración en Plaza de Mayo y anunciaba la realización de un plenario para el próximo 5 de noviembre, cuando se cumplan 16 años del emblemático “No al ALCA”.
Qué peronismo para qué sociedad
En vísperas de un posible retorno multitudinario a la liturgia de bombos y choripanes, tal vez convenga repasar las palabras de la ex Presidenta durante una reunión con militantes peronistas en el quincho de la casa de Fernando Chino Navarro, hace más de 21 años, una noche de invierno en el 2000. Su intervención quedó registrada en un casette TDK que sirvió de insumo para la película “Cristina, militante de un proyecto”, dirigida por Juan Navarro en 2015, hijo del referente del Movimiento Evita y por entonces concejal de Lomas de Zamora. “Hay una cosa que es fundamental en la etapa que se avecina y es el tema de que no pasa por discutir quién va a ser el candidato del peronismo sino, esencialmente, qué peronismo y qué país le vamos a ofrecer a la gente”, expresó la senadora por Santa Cruz en esa ocasión y cuya actualidad no debería llamar la atención.
Bajo el yugo del FMI de aquellos días y el espejo preciso de la etapa en desarrollo, su análisis vale doble: “No es cuestión de juntar dirigentes sino de juntar ideas”, subrayó, y remató frente al epílogo de la ola neoliberal que se cargaría tiempo después a la Alianza de Fernando De la Rúa y Chacho Álvarez: “No se vuelve a recuperar la mayoría si no se vuelve a recuperar el liderazgo de las ideas en la sociedad”.
Pasaron más de dos décadas pero, como decía Carlitos Gardel, 20 años no es nada.