Luego llegó la inflación,
y el terror, ¡ay, qué dolor!
Parece que también murió
toda tu hambre una vez más.
Rock N’ Roll de pobres,
Los Outsaiders
En la emergencia, no hay tiempo para la prolijidad. Esa lectura abrigaría el tono de la indulgencia que cubre con un manto de piedad la irrupción del secretario de Comercio, Roberto Feletti, en la lucha contra la inflación. Con la resolución 1050/21 para el congelamiento de precios de los alimentos en una mano y el pulgar de la otra scrolleando sobre la lista de 1432 productos, el funcionario que asumió en reemplazo de Paula Español, cuyo desempeño en el área pecaba de impotencia, se zambulló a la pelea contra los capitanes de la industria sin titubeos ni mayores respaldos en medio del incendio que consumía los ingresos de los argentinos en las góndolas.
Así, Feletti anunció la medida no solamente sin el concurso de los grupos más concentrados del sector, como Molinos, Arcor o Ledesma, sino que tampoco coordinó su aplicación con los mandatarios provinciales. Hasta el 27 de octubre pasado, la iniciativa para que el precio de los alimentos se retrotrajera a valores del 1 de octubre y permaneciera fijo hasta el próximo 7 de enero tenía cierto impacto en el área metropolitana pero carecía de traducción al interior del país.
Según los testimonios que recogió Realidad en Aumento en conversaciones con dirigentes gremiales de diferentes jurisdicciones, la disposición del congelamiento se derretía al traspasar los umbrales de las tiendas comerciales durante las primeras jornadas tórridas de la primavera. A todas luces, se combinaban las taras del Estado nacional con la urgencia frente al poder permanente de las corporaciones económicas.
Por caso, Ariel García, delegado de la chocolatera de Arcor en San Luis, le dijo a este medio que “la gente no estaba al tanto” siquiera de la disposición del Ejecutivo nacional. La firma de Luis Pagani posee esa fábrica de golosinas en la capital puntana y dos plantas más en Villa Mercedes, en la misma provincia, donde hace enlatados y otros productos. Aludido sin nombrarlo por la propia vicepresidenta Cristina Fernández en el discurso que dio hace dos sábados en la ex ESMA, cuando volvió a preguntarse por qué los empresarios no acompañan políticas públicas que fomentan el mercado interno y prefieren experiencias de cuño neoliberal que yugulan el consumo y las empujan a innegables pérdidas, el magnate tiene razones a la vista de los trabajadores que verduguea. Los tres balances negativos de la empresa de la familia Pagani fueron en 2002, 2018 y 2019 y García explica que los obreros palparon en 2018 y 2019 cómo bajaba sensiblemente la producción pero advertían que, por aquellos días, la gerencia apostaba a la timba financiera de las letras del Tesoro que rifaban Federico Sturzenegger y Luis “Toto” Caputo al frente del Banco Central. “Arcor dejó de apostar a la producción y perdió en la empresa pero ganó con la timba financiera”, apuntó el sindicalista de Comercio y Servicios de la CTA para desmontar ingenuidades retóricas.
Empleado del mayorista Yaguar en la provincia de Misiones, el delegado Emanuel Sosa manifestaba su escepticismo en diálogo con esta revista. “En épocas donde el dólar está tranquilo, tenemos remarcaciones dos veces por semana en 200 o 300 productos pero, cuando sube el tipo de cambio, se remarcan de 2000 a 3000 productos”, graficaba en la semana febril de la city porteña como foco de la ilegalidad para la comercialización paralela de la divisa norteamericana a 198 pesos.
Desde Puerto Madryn, Claudio Contartessi, uno de los repositores externos de productos de Procter&Gamble en Chubut, ilustraba la angustia colectiva narrando que la leche subió más de 60 por ciento en la Patagonia y el aceite un 87 por ciento. Por su tarea cotidiana, envió a la redacción de este medio fotos de los carteles de cambios de precios de una semana a otra, antes de la cumbre que mantuvieron el presidente Alberto Fernández y Feletti con los gobernadores. El registro de Contartessi indica que Carrefour aumentó entre el 19 y el 26 de octubre el precio del paquete de 52 pañales Pampers: Talle M – Confort Sec de 2178 a 2224 pesos; el de la prestobarba Gillete Sense Care, con dos unidades, de 276 a 295,50 pesos en menos de 7 jornadas; y el shampoo Head and Shoulders de 435 a 479 pesos.
Al término del cónclave con mandatarios provinciales el mismo día que se cumplían 11 años de la partida de Néstor Kirchner, el secretario de Comercio brindó una conferencia de prensa, flanqueado por los gobernadores Axel Kicillof y Gustavo Bordet. Allí Feletti glosó el nivel de cumplimiento del congelamiento de las grandes cadenas de comercialización en Capital Federal y Gran Buenos Aires, cuyos porcentajes superaban los 80 o 90 puntos, salvo para el caso de Chango Más. Ante la consulta de Realidad en Aumento por el grado de acatamiento en el resto del país, desde el entorno del flamante custodio del bolsillo de los argentinos respondieron que la Secretaría no tiene delegaciones provinciales y, aunque pretenden montarlas, no pueden hacer todavía ese relevamiento.
El pibe de los mandados
A los ponchazos y en desventaja, Feletti siguió guapeando, para nerviosismo de la constelación mediática que expresa al establishment. Sin ir más lejos, Joaquín Morales Solá se hizo eco en la edición del 27 de octubre pasado de la voz de “un destacado dirigente empresario” cuyo nombre no menciona pero le atribuye la convicción de que se asiste al peor momento de la relación entre la elite empresarial y un gobierno. “¿Peor que la que hubo con Guillermo Moreno?”, inquiere el afamado columnista, y prosigue: “Peor, responde, porque Moreno era patotero y maleducado, pero al final del día negociaba”. Hasta menta, parafraseando a su fuente, que la dupla Axel Kicillof-Augusto Costa “negociaba”, añora los tiempos de Miguel Braun, sobrino del dueño de supermercados La Anónima y antecesor de Español en el cargo que ahora ocupa Feletti, e incluso destaca al ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas. “Feletti es como Guillermo Moreno, pero sin negociación”, concluye Morales Solá sobre el tópico para terminar de embarrar la cancha.
Al pataleo corporativo y la resistencia de los grupos económicos se adiciona la descripción de funcionarios que ven con buenos ojos la Resolución 1050 y la aplicación de la Ley de Abastecimiento pero carecen de volumen político frente a la musculatura del capital concentrado o reconocen su propia esterilidad frente a la inmunidad de la integración vertical empresaria o los forcejeos al interior de la propia cadena productiva. Un distribuidor mediterráneo de Sancor dejó trascender que el litro de leche de ese gigante cooperativo debía venderse a 87 pesos, en base al listado, pero él mismo la adquiría a ese precio de manos del sello proveedor y a esa cifra debía sumarle sus propios costos y margen de ganancia e idéntica operación debería hacer el supermercadista para no perder.
En ese sentido, el ministro de Industria y Comercio de Catamarca, Lisandro Álvarez, sostuvo en un intercambio con este portal que las grandes cadenas son las que más cumplen con el congelamiento pero la dificultad está en comercios chicos o de proximidad. “Nosotros estamos recién en la etapa de instrumentación y el viernes vamos a tener el detalle más preciso pero marcha bien”, explicó.
Al respecto, la subsecretaria de Comercio Exterior y Defensa de la Competencia de la provincia de Chaco, Ludmila Voloj, ponderó el despliegue del acuerdo de su gobierno con productores locales, lo que desacopla el valor de las mercancías elaboradas en su territorio del alza generalizada propiciada por los jugadores de mayor peso. “En nuestro caso, la incidencia es menor que en otros lugares porque no tenemos tanta presencia de las grandes cadenas o proveedores y, cuando hay irregularidades, las imputamos para que la Secretaría de Comercio aplique las sanciones que correspondan”, comentó. El último tirón de orejas que propinó Voloj fue para la sucursal de Chango Más emplazada en la capital chaqueña.
Por lo demás, un funcionario provincial de un distrito densamente poblado evocaba ayer -y en off- la forma en que se instrumentó el acuerdo de precios en plena pandemia y distinguía aciertos de ese entonces con debilidades del congelamiento actual. Cuando en abril de 2020 el Ejecutivo nacional dispuso que los valores se retrotrajeran al 6 de marzo anterior, la fijación no era uniforme en todo el territorio nacional sino que se establecía contra factura emitida en esa fecha: el contraste con el modelo vigente reside en que ese mecanismo daba laxitud para las variaciones de cada zona confrontando precio de venta al momento de la inspección con el que figuraba en el ticket del día pautado como referencia para el control. Asimismo, aclaraba que el control no se enfocaba solo al final de la cadena sino que abordaba eslabón por eslabón: “nosotros inspeccionábamos miles de granjas para controlar el precio del huevo”, sintetizaba.
No obstante, la misma fuente concede que Feletti tuvo que meterse en la pelea en medio de la emergencia. Dos interlocutores del secretario en las últimas reuniones indican que el objetivo oficial es que el precio de la mercadería en los supermercados se convierta en referencia y obligue a la baja en comercios pequeños. También reconocen que había que pisar fuerte de entrada y que ahora vendrá la tarea fina de la articulación, aunque la etapa que se abriría después de las elecciones del 14 de noviembre invita a todos los actores a jugar a cara de perro.
Desde el gabinete bonaerense señalaron a Realidad en Aumento que, para colmo, las grandes empresas no solo preceden en organización y prevalecen con el lobby sino que cuentan con una ingeniería dedicada a gambetear los controles, apelando a pequeñas transformaciones de productos para poder ofrecerlo con la rentabilidad que se les antoje y evadirse de la lista de 1432 bienes de la discordia. Además, existen mañas de política comercial a través de las cuales un proveedor puede respetar el precio fijado por el Estado pero, en la misma entrega, puede anular bonificaciones y descuentos en ítems referidos a transporte o pago a término. De esta manera, el comerciante de proximidad termina trasladando su perjuicio al consumidor.
En tal contexto, el Gobierno encara la faena sin mayores dotaciones y sin encontrar los actores que se enorgullezcan cumpliendo el rol del che, pibe. Como dice el tango, “nadie quiere el estandarte si es lunga la procesión”.