Alberto Fernández se puso al hombro la pelea voto a voto, dentro del oficialismo, para conseguir la aprobación del acuerdo con el FMI. Cristina Kirchner, en tanto, mueve hilos para que la cosecha de abstenciones crezca. Las dimensiones del trauma que experimente el gobierno en recinto alumbrarían una nueva etapa después del tratamiento o profundizarían la anomia disolvente de la entente electoral que ganó en 2019 pero se derrite progresivamente en vanidades y promesas incumplidas.
Saber sufrir
La vicepresidenta Cristina Kirchner se comunicó con un dirigente peronista la semana pasada para encargarle que le transmita a una diputada que obtuvo su banca en representación de su tribu el anhelo de que se abstenga cuando se trate el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en el recinto. “Está activa”, dijeron a Realidad en Aumento ante la consulta sobre los movimientos de la diseñadora de la urdimbre electoral de 2019. Y aunque fuentes del Senado aseguran que rige todavía la “libertad de acción” para que cada legislador vote a su leal saber y entender, desde dos despachos parlamentarios confirmaron que la ex Jefa de Estado “está jugando” para que se expandan las abstenciones.
Por su parte, el presidente Alberto Fernández se reunió ayer con gobernadores en el Salón Eva Perón de la Casa Rosada, antes que los mandatarios provinciales recorrieran la distancia que los separaba del Congreso para exponer sus puntos de vista en la cita conjunta de las comisiones de Presupuesto y Hacienda y Finanzas. De la tenida con el titular del Ejecutivo Ricardo Quintela (La Rioja), Raúl Jalil (Catamarca), Osvaldo Jaldo (Tucumán), Gustavo Sáenz (Salta), Sergio Ziliotto (La Pampa), Sergio Uñac (San Juan), Gustavo Bordet (Entre Ríos), Oscar Herrera Ahuad (Misiones), Mariano Arcioni (Chubut), Omar Gutiérrez (Neuquén) y Omar Perotti (Santa Fe), como así también los vicegobernadores Carlos Silva Neder (Santiago del Estero) y Eugenio Quiroga (Santa Cruz).
En el desfile, compitieron por el premio a la creatividad y la elocuencia para la persuasión contra la cesación de pagos. Del arco discursivo abierto por Ziliotto, quien dijo que si bien “nadie quiere vivir con el FMI cada tres meses aquí en la Argentina revisando las cuentas públicas, lamentablemente, esa es una decisión que se tomó en el año 2018”, hasta la franqueza de Herrera Ahuad, que aseguró que “hay que ayudar” y “acompañar” para “que los recursos a partir de este acuerdo, que van a quedar en nuestro país para su crecimiento, lleguen también a nuestras provincias”, todos azuzaron el fantasma del default.
Sumado al emplazamiento que las corporaciones empresarias fuerzan sobre las bancadas opositoras para que ratifiquen el proyecto oficial, el respaldo de los mandatarios apunta a la neutralización de la reticencia de La Cámpora, atizada sin reparos tras la renuncia de Máximo Kirchner a la conducción del bloque del Frente de Todos (FdT). Sin embargo, los compañeros de la fórmula triunfante hace 29 meses rivalizan entre sí apilando adhesiones y mostrándoselas de forma remota, a través del poroteo que se contabiliza en artículos como este.
Por caso, narraban ayer en los pasillos del anexo de Diputados la pirueta en el aire que dibujó el bancario Sergio Palazzo: hasta hace dos semanas se persignaba jurando que no se podía caer en default y, en las últimas horas, empezó a golpearse el pecho anunciando su abstención. Como admitió el líder de la Federación Gráfica Bonaerense, Héctor Gringo Amichetti, en declaraciones a FM La Patriada, en el ínterin medió un encuentro de los caciques de la Corriente Federal de los Trabajadores con la Vicepresidenta.
Andar sin pensamiento
Tal como se explicó aquí, hasta los dirigentes más identificados con el núcleo duro del kirchnerismo ignoran el rumbo y cabildean sin conducción sobre la postura que tendrían que asumir. Dentro de La Cámpora, tallan divisiones acerca del criterio y no son pocos los que juzgaron como un error la dimisión de Kirchner a la jefatura del bloque.
En ese sentido, la entrerriana Carolina Gaillard, una de las tantas kirchneristas sin pertenencia orgánica a la agrupación dilecta de la ex Presidenta, habría planteado en una reunión comandada por Sergio Massa la semana pasada que los ediles de la coalición gobernante voten con uniformidad. “Eso está descartado”, habría respondido el tigrense, habituado al equilibrio entre su rol como embajador en línea de sucesión y sus aspiraciones para la bendición del Calafate para su propia aventura presidencial.
Al cierre de este texto, voceros de la Presidencia de la Cámara Baja distribuían versiones sobre la hiperactividad del capo del Frente Renovador: “están en marcha negociaciones con Massa”, circulaban por WhatsApp, y deslizaban que los jerarcas de Juntos por el Cambio (JxC) habían dialogado tres veces con él a lo largo de la jornada. “La idea que impulsa la oposición es una ley con un solo artículo simple, Massa está abierto a consultar con el Gobierno y ese único artículo avala el financiamiento y los plazos del acuerdo con el FMI”, ilustraban.
Por lo demás, macristas, radicales y lilitos mantenían su “rechazo” al programa del ministro de Economía, Martín Guzmán. “El haz de luz que podría acercar a JxC con el FdT es que se faculta al gobierno a coordinar metas con el FMI pero esto no significa aprobar el plan que mandó Guzmán”, detallaban.
La paradoja es que esa apertura del Presidente al cabildeo con Cristian Ritondo, Mario Negri y Juan Manuel López lo arrojaría a upa de sus acérrimos contrincantes. Esta revista le preguntó al entorno de la Vicepresidenta en el Senado si el incremento de esa debilidad en la Casa Rosada no ameritaba acaso una desactivación de la reticencia al acuerdo, ante el riesgo de que el gobierno mismo se derrumbe sin la aprobación. “Todo el tiempo se tensa midiendo porque la situación es muy delicada”, admitieron.
Qué importa del después
En Jefatura de Gabinete, por otra parte, repetían que esta confrontación sorda con características de intriga palaciega es la traducción del preludio para las PASO 2023 en la alianza panperonista. Y aun así, aseguraban que ese escenario no incluye un nuevo reparto del poder en el oficialismo: “Alberto no va a echar a nadie de La Cámpora porque va a ir con la unidad hasta el final”, remarcaban.
No obstante, lo cortés no quita lo valiente. El Presidente dedicó los últimos días a la búsqueda de votos dentro del kirchnerismo no camporista, por el valor simbólico de esos apoyos más allá de que cada escaño cotice igual a la hora de juntar voluntades.
En ese trance, uno de los dirigentes gremiales más combativos del país reclamó esta semana que los miembros del FdT nutran al Poder Ejecutivo con su voto por la afirmativa. “Los trabajadores nos piden que banquemos al gobierno aun cuando saben que el acuerdo con el Fondo no resuelve nuestras demandas”, planteó en un plenario donde un par de “dipusindicales” ponían en consideración de las organizaciones de base su definición. El mitin se dio tres días después de que el presidente Fernández recibiera en Olivos a uno de los dirigentes más emblemáticos de las luchas contra el macrismo.
Ante la incertidumbre generalizada, lo que plantean los diputados que probaron en las calles su resistencia al neoliberalismo es que habría que evadirse del influjo tentador de la estetización ideológica de las decisiones políticas. “Hay que cerrar y fortalecer al gobierno”, dicen con los dientes apretados antes que con aires de resignación.
Aunque conceden que el FMI no expía ninguna de las penurias que atraviesan los sectores populares, le achacan a la propia Vicepresidenta y al líder de La Cámpora que no se haya construido o explicado siquiera cuál era la alternativa al default. Parafraseando el discurso de Juan José Castelli, en el Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810, sugieren en uno de los despachos legislativos: “si el rey está ausente, el poder vuelve al pueblo”. En cualquier caso, el desenlace traumático o la apertura hacia una reconfiguración ya están en marcha.